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Con fantásticos y vistosos trajes, naires de la India, montados en el cuello de aquellos gigantescos cuadrúpedos, los iban dirigiendo. Después aparecía lo más espantoso de aquella pompa. Montado en un soberbio alazán de Persia iba un domador de Ormuz, que llevaba a las ancas, en el mismo caballo y casi abrazado con él, un tigre domesticado.

El rumí la tomó por mujer o por amiga y movido por la ambición y excitado por la princesa, asesinó al rey y se apoderó en lugar suyo de aquellos Estados. Los portugueses entonces lucharon contra el usurpador, lograron vencerle y entraron en Ormuz a saco, apoderándose de un botín espléndido. Poco después de llegar a Goa la nueva de la victoria de Chaul, llegó también la nueva de esta victoria.

Don Duarte de Meneses recibió con grande aprecio al aventurero castellano que tan bien le había servido y aceptó gustoso el rico obsequio de los veinte hermosos caballos. Por aquellos días todo era júbilo en Goa, porque de Ormuz llegaron también muy buenas nuevas.

Agradecido y entusiasmado, trajo entonces perlas de Ormúz, diamantes de Golconda y tejidos de seda, venidos del Catay y bordados con tal esmero y maestría, que no parecía labor de seres humanos sino de hadas y de genios. De la mejor y más estupenda de aquellas telas bordadas se prendó la dama incógnita, quiso comprarla, y pidió el precio.

El tremendo conquistador Alfonso de Alburquerque había recorrido victorioso los mares de Oriente desde Aden hasta Borneo; había conquistado y destruido reinos, había hecho tributarias o entrado a saco populosas y ricas ciudades desde Ormuz, emporio de Persia, India y Arabia, hasta Malaca, en el extremo sur de Siam.

Ormuz y Siva, Venus y Rea, Jesus y María, no recibirán de los Muslimes idolátrico culto; el único símbolo que en nuestra aljama pondremos será esa gallarda curva sostenida en el aire, que recordará á los verdaderos creyentes la afortunada huida del Profeta á Medina.

Su amor lo tiene oculto en la urna del decoro: sácalo, pues, como se saca la perla de Ormuz del nácar de la concha, y serás feliz. "Si no lo amas, ella morirá como la flor entre arenales; búscala y descúbrela, y toma estas señales para reconocerla.

Tiempo hacía ya que el soldán del Cairo no construía auxiliado para ello por los venecianos a toda costa en Berenice, puerto del Mar Rojo, naves con que salir a combatir a los portugueses en el Golfo de Omán y en lo más ancho del Eritreo, pero habían corrido rumores de que el régulo de Ormuz se había rebelado, sacudiendo la pleitesía y negando el tributo que antes pagaba.