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Por tales razones y porque Carmelita así la llamase con frecuencia, D.ª Nuncia, que pasaba algo de los ochenta, era conocida en Lancia por el sobrenombre de «la NiñaEn los amores de Emilita Mateo se portaron ambas hermanas heroicamente. El capitán Núñez fue bloqueado en toda regla.

En la sala de juego, adonde se fué después de haber despedido a los soberanos, le tenían materialmente bloqueado una porción de especuladores de segunda y tercera fila. ¿Cómo van las acciones de Riosa, duque? se atrevió a preguntarle uno. No me hable usted de eso gruñó el prócer poniendo los ojos torvos.

Lord Gray no ha vuelto por casa; nadie sabe dónde está, y es probable, que haya marchado a Inglaterra. Creo que en efecto se ha marchado a su país. Te advierto que mi novia no me puede ver ni pintado; pero eso no hace al caso. Mi madre me ha bloqueado por mar y tierra, y yo me rindo, chico, me rindo a discreción. Con mi señora mamá no hay burlas, amiguito.

Pedimos poco.... ¿Cómo pedir mucho, quien pide con miedo? ¿Cómo no tener miedo, quien se ve bloqueado de luces, fraques, corbatas blancas, y untos aromáticos, mientras que su bolsillo baja la cabeza, y oye estremeciéndose como el reo á quien se va á leer la sentencia? Pedimos poco, pero al fin pedimos....

No había más que una débil diferencia, y es que el débil surco trazado en la arena estaba bloqueado, y el agua corría al azar hacia tenebrosos obstáculos. Y así es que, a pesar de las palabras honradas y persuasivas del señor Macey y de Dolly Winthrop, Silas pasó el día de Navidad en la sociedad comiendo su cena con el corazón entristecido, bien que le hubiera sido ofrecida por una buena vecina.

Todo lo que hay de civilizado en la ciudad está bloqueado por allí, proscripto afuera, y el que osara mostrarse con levita, por ejemplo, y montado en silla inglesa, atraería sobre las burlas y las agresiones brutales de los campesinos. Estudiemos ahora la fisonomía exterior de las extensas campiñas que rodean las ciudades y penetremos en la vida interior de sus habitantes.

Intervine yo, desenojé al Cura, quedóse con mi tío a solas y continuamos los demás alrededor del brasero, como antes, charla que charla, sobre «lo de anoche» sobre «lo de ayer» y hasta sobre cierta promesa hecha por a mis interlocutoras el día en que las había conocido, de comer en su casa alguna vez; promesa que todavía estaba sin cumplir, por culpa bien notoria de la agitada vida que llevaba monte arriba y monte abajo, cuando no de los fieros temporales que me tenían bloqueado en la casona.

Hecho esto, se frotó las manos y se dijo riendo: Ya tengo al enemigo bloqueado, y si nunca llegara a declararse la guerra, les mataría de hambre sin piedad. El doctor Le Bris a la señora Chermidy. «Corfú, 20 abril 1853. »Apreciable señora: Yo no podía prever, el día que me despedí de usted, que nuestra correspondencia sería tan larga. Don Diego tampoco lo esperaba.