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El conde se irguió decidido y amenazador: ¿Qué es eso? dijo con voz áspera. ¿Tenemos dudas? ¡Dios me perdone! ¿Acaso remordimientos? ¿Está usted loca? ¿Olvida usted en qué condiciones intervine para sacarla del atolladero cuando la enloquecía el terror? ¿Es que va usted á ser ingrata, querida? Eso sería una debilidad y una gran imprudencia.

Intervine yo, desenojé al Cura, quedóse con mi tío a solas y continuamos los demás alrededor del brasero, como antes, charla que charla, sobre «lo de anoche» sobre «lo de ayer» y hasta sobre cierta promesa hecha por a mis interlocutoras el día en que las había conocido, de comer en su casa alguna vez; promesa que todavía estaba sin cumplir, por culpa bien notoria de la agitada vida que llevaba monte arriba y monte abajo, cuando no de los fieros temporales que me tenían bloqueado en la casona.

Acogió Robledo con un gesto de asombro estas palabras crueles. Aunque soy mujer continuó ella , no me asustan esos combates. Federico se batió una vez por , cuando estábamos recién casados. Allá en mi país, varios hombres expusieron su vida por serme agradables, y jamás intervine para evitarlo.

Yo intervine, en realidad, para destruir esa dicha cuando nacía. ¡Ojalá llegue a casarse con él, más adelante! Y Adriana se puso a referirle las conversaciones que con Julio había tenido, y procuró explicarle la clase de felicidad que concibieran juntos. Sus frases se exaltaron, sus ojos despidieron un fulgor ardiente.

Tiene razón este señor intervine yo, y para que su dedo permanezca inmóvil, habrá que hacer lo que en cirugía se llama... se llama... ¿Entablillar? interrumpió Enrique, ¿como si se tratara, de un brazo o una pierna? Justamente. ¿Y dónde encontrar el aparato? gritaron todos riendo. Helo aquí. Y tomé una carta de la mesa donde acababa de jugar al whist; creo que era un rey de oros.

Lo que sigue es, palabra por palabra, de la mano que escribió los Apuntes: «Si entrara en los reducidos términos de mi paciencia el propósito de describir mi vida de colegiala con todos sus pelos y señales, larga sería aquí la lista de los lances curiosos en que intervine yo, por las intemperancias incorregibles de Sagrario y por la entereza glacial de Leticia; pero no van por ahí las corrientes que me empujan en este instante; y si menciono los nombres y principales rasgos de carácter de estas dos compañeras, omitiendo los de tantas otras, es porque conservé esas dos amistades durante toda mi vida mundana, y no influyeron poco en la calidad de ella, lo mismo bajo el cascarón de crisálida en el colegio, que cuando volé a mis anchas por el mundo con las alas de mariposa.