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Los dueños de restaurants nocturnos veíanse obligados a dividir sus establecimientos en una especie de compartimientos estancos a fin de contener el ímpetu de los comensales. Cada uno de aquellos compartimientos era algo así como una pequeña fortaleza en donde el trasnochador se encontraba relativamente a salvo de agresiones.

Como quiera que fuese, donna Olimpia, según hemos dicho, tenía la conciencia muy estrecha y jamás faltaba a sus compromisos, a no ser sorprendida por irrupciones y agresiones inesperadas y violentas. Había, sin embargo, quien la acusase de que una vieja, llamada la señora Claudia, que iba siempre en su compañía como aya o como dueña, solía preparar dichas irrupciones y agresiones.

Habían afirmado en Sicilia la dinastía de Aragón, expulsando definitivamente á la dinastía francesa á fines del siglo XIII; pero los nuevos reyes ignoraban cómo mantener á esta milicia inocupada y temible, hasta que del seno de ella surgía un aventurero de genio, Roger de Flor, que la llevaba á Oriente al servicio de los emperadores de Bizancio, amenazados por las primeras agresiones de los turcos.

Todo lo que hay de civilizado en la ciudad está bloqueado por allí, proscripto afuera, y el que osara mostrarse con levita, por ejemplo, y montado en silla inglesa, atraería sobre las burlas y las agresiones brutales de los campesinos. Estudiemos ahora la fisonomía exterior de las extensas campiñas que rodean las ciudades y penetremos en la vida interior de sus habitantes.

Naturalmente que en el valor y fuerza de su marido habría encontrado siempre una protección contra las agresiones y los ultrajes de todo género. ¡Eso había que decirlo bien claro! Cuando Ingomar estaba con ella, no temía nada; pero era muy nerviosa, y un día le dieron un susto regular. ¿Cómo? Era en los primeros tiempos de su estancia en California.

Con una roca en cada mano, levantó la cabeza, mirando en torno de él inquietamente. Desde el principio de su fuga le preocupaban más los ruidos del aire que las agresiones de los enemigos que marchaban sobre la tierra. Una flotilla de máquinas voladoras representaba para él un peligro temible.

Pero su carácter y hábitos desordenados no cambian, y las carreras y el juego, las correrías del campo, son el teatro de nuevas violencias, de nuevas puñaladas y agresiones, hasta llegar, al fin, a hacerse intolerable para todos e insegura su posición. Entonces un gran pensamiento viene a apoderarse de su espíritu, y lo anuncia sin empacho.

Un pueblo oprimido, que sacude con dignidad sus cadenas, respetando los últimos mandatarios de un poder expirante, presenta un fenómeno, talvez único, en la série de los grandes acontecimientos que han conmovido el mundo. Las agresiones y los tumultos, que suelen ser los precursores de estas mudanzas, no prepararon la que se efectuó en Buenos Aires en los últimos dias de Mayo de 1810.