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Pocas aves cantan en los bosques silenciosos. No obstante, la montaña, fortaleza natural que se yergue entre las llanuras, tiene también sus huéspedes: unos, temerosos fugitivos, que buscan inaccesible refugio; otros, ladrones atrevidos, animales rapaces que desde sus atalayas examinan el horizonte á lo lejos antes de emprender sus excursiones de pillaje.

Cuando las atalayas de la costa anunciaban con fogatas o humaredas un barco de moros, de todas las alquerías de la parroquia corrían las familias hacia el templo, los hombres cargando su escopeta, las mujeres y niños arreando las cabras y los asnos o llevando a cuestas con las patas atadas en manojo todas las aves de corral.

Orlaban las faldas de sus montañas blancos caseríos; en sus espaciosos valles asentaban risueñas poblaciones que se mantenian de la industria, del cultivo y del pastoreo; en sus pingües dehesas y cañadas se apacentaban ganados de toda especie; tendíanse por sus anchas lomas los viñedos con sus lagares, los olivares con sus vigas: por sus frescas vegas los edificios conventuales rodeados de granjas y cortijos; y coronaban sus empinados cerros fuertes castillos y atalayas, centro aquellos del poderío feudal, centinelas avanzadas estas de un Estado robusto y floreciente enclavado en tierra enemiga, único medio entonces conocido de comunicar con rapidez los sucesos prósperos ó adversos de la guerra.

Morsamor había enviado esculcas y puesto atalayas, que debían renovarse con frecuencia y vigilar de continuo para avisar la llegada de cualquier enemigo y evitar una sorpresa.

Y la boca desdentada del marino seguía cantando las proezas de otros tiempos, como si datasen de ayer, como si las hubiese presenciado, como si de pronto fuesen a flamear sobre aquella tierra envuelta en la obscuridad las llamaradas de las torres atalayas anunciando un desembarco de enemigos.

Al fin, hace tres días que tomé tierra, a despecho de los corredores y atalayas de la costa, y llegando como llegué a esta aldea, donde sabía que era aguardado de los míos, y abrazando a nuestro tío en esas casas que se ocultan entre las alamedas, he venido a presentarme a tus ojos, ya para llevarme yo mismo las albricias, si tal merezco, o para anticiparme a la pena, si es que mi desgracia no alcanza otro premio.

8 ¡Voz de tus atalayas! Alzarán la voz, juntamente jubilarán; porque ojo a ojo verán, como torna el SE

Numerosa hueste enemiga había sorprendido y muerto a los descuidados y dormidos atalayas, había invadido la selva y había cercado por todas partes el edificio. A la luz del alba naciente, miró Morsamor por las ventanas en varias direcciones, y por donde quiera vio guerreros indios capitaneados sin duda por Balarán, el Brahmatma. No había medio de huir.

El castillo de Cuzna levantado en lo mas áspero de la Sierra comunicaria al propio tiempo con las alturas de Hinojosa, los Pedroches, Santofimia y la Alcudia; así toda Andalucía estaba ramificada bajo la dominacion islamita, y aun muchos siglos despues, por líneas de atalayas que formaban el imperfecto sistema telegráfico de aquellos tiempos.

Con su carga dolorosa por una altura desciende Ataide; el rebato entiende, y una mirada ardorosa á la vega ansioso tiende. En los picos de la sierra las atalayas ardiendo hacen la señal de guerra, su roja hoguera, que aterra, incesantes repitiendo. ¡Ah, nos embiste el rumy! siniestro Ataide exclamó ¡mi venganza es cierta! ¡! ¡no ha de escapárseme allí! ¡él primero! ¡luégo yo!