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Actualizado: 7 de junio de 2025


En prueba de lo dicho acerca de las diferencias que hubo entre las casas sevillanas del siglo XIV, y las del XVI véase lo que dice el historiador Morgado, en el capítulo que lleva el siguiente epígrafe «Del nuevo adorno exterior de las casas de Sevilla ... etc. Todos los vecinos de Sevilla «labran ya las casas á la callelo cual da mucho lustre á la ciudad.

Gracias á Calvino, que regularizó el movimiento y consolidó sus resultados, Ginebra se hizo la metrópoli del protestantismo reformado y la base de la organizacion republicana en el sur de Suiza . Admira la energía con que esa pequeña ciudad, rodeada de enemigos y aislada entre sus fortificaciones, pudo hacer respetar su nacionalidad hasta 1798, servir de asilo seguro á todos los proscritos y perseguidos en el continente, aun en presencia del poderoso Luis XIV, y glorificarse como centro fecundo de civilizacion, actividad económica y propaganda literaria, política y religiosa.

Lejos de ser todos de la misma época, es tan varia su antigüedad, que el origen de algunos se remonta catorce siglos antes de Cristo, mientras que los más modernos son del siglo XIV de la Era cristiana. Todo ello es visible y claro documento de la civilización, no interrumpida por espacio de 2700 años, en el país que riega y fecunda el Nilo.

¿Puedo saber por qué, señora baronesa? ¡Dios mío! porque el día que se case usted con ella esas mismas cualidades, algunas por lo menos, pueden convertirse en defectos... No soy yo por cierto la que le reprocharé el sentirse orgullosa de su nacimiento y de poner muy alto la estima de su nombre y de su propia persona... pero aun a mis ojos, muy indulgentes por cierto en esos particulares, la señorita de Sardonne exagera sus méritos... Tiene, y quede esto entre nosotros, más soberbia que Lucifer... Usted mismo lo va a experimentar si Dios no lo remedia, mucho me lo temo, mi querido señor... No voy hasta decir que menospreciará a su marido, que a nadie puede inspirar tal sentimiento, ¡no, señor!... pero una alianza como la que ella concierta, tan completamente honrosa por otra parte, está en demasiado abierta contradicción con las tradiciones, con las costumbres de su familia, y de nuestra sociedad, como para que la señorita de Sardonne no deje de sufrir, más o menos, en su fuero interno... ¡Ay! querido señor, tan bien como usted que bajo el punto de vista de la sana razón, todo eso es perfectamente absurdo... pero permítame que le diga que conozco mejor que usted las ideas que a ese respecto reinan en nuestro medio social... Muy poco han cambiado, créame usted, esos sentimientos desde la época de Luis XIV y de Saint-Simon... ¡Perdone usted! lo que va usted a decirme... ¡Va usted a hablarme de la revolución!... ¡Jesús! ciertamente ha habido la revolución... pero si la revolución ha podido arrebatarnos nuestros privilegios y aun nuestras cabezas, no ha podido quitarnos los beneficios de eso que ustedes llaman, si no estoy equivocada, atavismo... es decir, en viejo francés, la excelencia de una sangre que se ha destilado y refinado en nuestras venas de generación en generación por espacio de quinientos o seiscientos años... Y... esa sangre se revela a pesar nuestro, mi querido maestro, cuando se la mezcla con otra... más joven... más pura... ¡Dios mío! no digo lo contrario, pero que, en fin, ni es de la misma esencia ni del mismo color... Por consecuencia, no es el uso hoy, pese a la revolución, que una señorita de la nobleza se case con un industrial... un sabio... un escritor... un artista, sean cualesquiera sus méritos... Algunas veces, suelen verse señoras tituladas casarse con poetas o con artistas... pero ésas son princesas extranjeras... En Francia la cosa no tiene casi precedentes... Y no vaya usted a creer, mi querido señor Fabrice, que en tales procederes haya nada de depresivo para aquellos que son objeto de él... a nadie en el mundo le gustan más que a nosotros los escritores, los poetas y los artistas... Hacemos de ellos con el mayor gusto el ornamento de nuestras mesas, el interés y el atractivo de nuestros salones... pero no nos casamos con ellos... ¡Excúseme usted! va usted a decirme que somos menos difíciles en lo que se refiere a alianzas de nuestros hijos y que los casamos con señoritas más o menos bien nacidas con tal que sean ricas.

Tres minutos después, Isidora se unía a don José en la esquina de la calle, y marchaba hacia su casa con el alma llena de turbación, alegre de la victoria y triste de la pobreza, satisfecha y desconcertada, diciendo para : «Me ofende por que soy huérfana, y me insulta porque soy pobre; y a pesar de todo...». Capítulo XIV Navidad

El carruaje hace alto, y al bajar nos vimos enfrente del suntuoso alcázar. ¡Luis XIV, Richelieu, Colbert, salud! No hablo á vosotras, piedras amontonadas, testigos mudos, á quienes no quiero interrogar, porque antes de veros os habia interrogado en mi corazon.

Y poniéndose a rasguear furiosamente la guitarra, cantó con voz arrogante: Dicen que no me quieres, No me da pena maldita; Que la mancha de la mora Con otra verde se quita. Si no me quieres a , Se me da tres caracoles; Con ese mismo dinero Compro yo nuevos amores. Capítulo XIV El casamiento de Stein y la Gaviota se celebró en la iglesia de Villamar.

El palacio de los condes de Onís merece especial mención en esta historia. Era un edificio antiquísimo, el más antiguo de la ciudad en unión de algunos restos de la primitiva basílica que aún quedaban en pie. No se había salvado otra cosa del horroroso incendio que en el siglo XIV había destruido la población. Su aspecto más era de fortaleza que de mansión.

Estudiado con imparcialidad y reposo este intrincado asunto, hallarémos que el mundo antiguo, la humanidad hasta el siglo XIV, no es más ni menos que un órden de cosas creado por la ley de la contradiccion, por la ley de las castas, la ley de arriba declarando pária á la ley de abajo; la ley de un espíritu y de una materia, considerados como poderes antagonistas; como fuerzas radicales contrarias; la ley terrible que convertia al hombre en enemigo del hombre y de Dios.

Este período interesante y trabajoso de la formacion de las nacionalidades y su emancipacion del centro religioso, que abraza los dos siglos XIV y XV, merecia un estudio especial á que no presta campo la historia del monumento que estamos describiendo.

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