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Actualizado: 7 de junio de 2025


Un francés, que vino á España en el año de 1659, acompañando al mariscal de Grammont, enviado extraordinario de Luis XIV en la corte de Felipe IV, dice lo siguiente en su diario de este viaje, que después publicó: «Por lo que hace al teatro, en casi todas las ciudades hay compañías de cómicos, superiores á los nuestros, cuando se comparan unos y otros, aunque no haya ninguno que reciba sueldo del Rey.

Luis XIV no tenia necesidad de otro monumento que Versalles, para que la fama le festejara con el epíteto de uno de los reyes más galantes que conoce la historia. En este momento sentimos que llaman á la puerta de nuestro cuarto; abro y me doy de cara con un ingeniero español, á quien vi ayer en una de las salas de Horacio Vernet.

La sociedad española, en general, de los siglos XIV y XV fué una mezcla de moderación y sobriedad por una parte y de esplendor y lujo en otras, que no se compadecen, fácilmente, ambas tendencias.

Tampoco debemos sorprendernos de hallar en muchas construcciones de los siglos XIV y XV la amalgama de los dos artes gótico y sarraceno.

Y siendo así, tenemos también autos en el siglo XIV, que á causa de su objeto debieron llamarse sacramentales, aunque parezca que no hicieran alusión determinada é inmediata al objeto de la fiesta, celebrada principalmente en alabanza del cuerpo del Señor.

Mientras que degeneraba siempre más por estas causas el teatro popular, se abría paso en España, extendiéndose más cada día, la literatura francesa, y con ella los principios literarios de los ingenios de la época de Luis XIV. No ha de atribuirse á la nueva dinastía, y como su consecuencia inmediata, esta irrupción de un gusto extraño, porque Felipe V se cuidaba poco de la ciencia y de la poesía; y si es cierto que en 1714 fundó la Real Academia Española, tomando por modelo la francesa, también lo es que ésta fué la única señal de interés, mostrado por él en favor de los intereses del espíritu de su pueblo.

Después de todo lo que hemos hablado dijo Jorge quién sabe la suerte que le espera en el mundo. ¡Ay, , quién sabe, quién sabe! ¡Que Dios te proteja, alma de mi alma!... En medio de la tragedia de los pueblos, los reyes continúan en perfecta salud. «Y esto es lo principal», como decían los cortesanos de Versalles en tiempos de Luis XIV.

Esta malevolencia creció después, cuando subió al trono de los reyes cristianísimos el hugonote Enrique IV, y cuando sus sucesores favorecieron á los protestantes en Alemania y los Países Bajos . Así se explica que los españoles del siglo XVII, ó hasta la caída de la dinastía austriaca, ignorasen del todo la poesía que floreció en los reinados de Luis XIII y XIV, y que, al contrario, tomase tanto de la española la literatura francesa .

CAP. XIV. Como fe partieron los quatro Chriftianos.

El arte y la imaginación intervienen para arrancarle sensualidad y hacerle un pasatiempo inocente, al estilo de las hermosas fiestas que en el siglo XIV se celebraban en los palacios de Inglaterra y Francia. Para las niñas casaderas suele ser también el momento en que termina el primer acto de la comedia amorosa que han empezado a representar.

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