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Actualizado: 2 de mayo de 2025


Miguel Nieto ha pintado, en un intenso amor por lo oriental, una cadencia. En su cuadro la Tórtola Valencia danza, febril, la danza del incienso. El cielo nocturnal, azul de Oriente, dosela su figura. Orientales perfumes la circundan, y sus chales resbalan de sus hombros lentamente. Extraña luz, como de mármol blanco entrevisto a través de una esmeralda, estiliza su rostro de judía.

El balor, muy semejante á la torcaz de España. La tórtola, bato-bato munti y otras, todas de muy variados colores, desde el blanco ceniciento al negro; son de carne blanca, muy agradable al paladar. El calao, del orden de los páseres, es uno de los animales más raros que se encuentran en Mindanao.

Justificado así el trabajo que en discurrir iba a tomarse, el Condesito discurrió lo que en resumen vamos a exponer. Las desconocidas eran sevillanas. No podían ser malagueñas, como presumió aquel ignorante. Confundir a una sevillana con una malagueña es un error tan craso en un galanteador andaluz, que debe saber de mujeres, como en un cazador confundir una codorniz con una tórtola.

¡Pero oye todavía! ¿Quién te ha dicho que un banquero se infama, porque un infortunio que él no puede evitar le hace caer en la ruina? ¿Quién te ha dicho que no hay honradez en el infortunio? ¿Quién te lleva á ver una prostitucion en la desgracia? ¿Quién te ha dicho que Dios no se venga de hombres como , dando al dolor una esperanza, un deseo, un suspiro ferviente, una corona, una santidad? ¿Quién te ha dicho, responde, que la Providencia no ha dado poesía al lamento amoroso y casto de la tórtola?

19 No entregues a las bestias el alma de tu tórtola; y no olvides para siempre la congregación de tus pobres. 20 Mira al pacto; porque las tenebrosidades de la tierra llenas están de habitaciones de violencia. 21 No vuelva avergonzado el abatido; el pobre y el menesteroso alabarán tu Nombre. 22 Levántate, oh Dios, aboga tu causa; acuérdate de cómo el loco te injuria cada día.

Ya os casaréis, y ya, cual dulce tórtola Que mató el lazo o cazador mortífero Que el alto nido derribó del álamo, Lleno de sangre dejaréis el tálamo. Salen JARIFA y CELINDO. JARIFA. ¿La voz, dices, de mi bien? CELIND. Digo que le llamar. ABIND. A Jarifa siento hablar Y a Celindo oigo también. Tiemblo, la sangre me acude Al corazón.

El primero es el alegre trino del ruiseñor, la exuberancia de vida de la verde hoja, el vivificador grito de ¡tierra! del náufrago marino; el segundo, el clamor de la solitaria tórtola que gime entre la floresta, la mustia hoja arrastrada por el cierzo, la blanca lona, que cual las alas de la gaviota, se cierne en los poéticos lagos.

Pero no es por eso por lo que no enseño yo a nadie mis cuadritos siguió Ana ; sino porque cuando los estoy pintando, me alegro o me entristezco como una loca, sin saber por qué: salto de contento, yo que no puedo saltar ya mucho, cuando creo que con un rasgo de pincel le he dado a unos ojos, o a la tórtola viuda que pinté el mes pasado, la expresión que yo quería; y si pinto una desdicha, me parece que es de veras, y me paso horas enteras mirándola, o me enojo conmigo misma si es de aquellas que yo no puedo remediar, como en esas dos telitas mías que conoces, Juan, La madre sin hijo y el hombre que se muere en un sillón, mirando en la chimenea el fuego apagado: El hombre sin amor.

Mas no por eso cesará mi canto, que en el concierto inmenso, de la tibia mañana que la dulce y alegre primavera con aromas y flores engalana, del grillo entre las yerbas escondido el ingrato chirrido, se une al canto de amores regalado del pardo ruiseñor enamorado, y al zumbido monótono y constante del insecto infeliz, el tierno arrullo de la tórtola amante y del arroyo el plácido murmullo; y de unos en la de otros confundida la voz, ésta apacible, aquélla ingrata, forman, por atraccion desconocida, el himno poderoso de la vida que en los aires fermenta y se dilata.

El sombrero de Adela era ligero y un tanto extravagante, como de niña que es capaz de enamorarse de un tenor de ópera: el de Lucía era un sombrero arrogante y amenazador; se salían por el borde del costurero las cintas carmesíes, enroscadas sobre el sombrero de Adela como una boa sobre una tórtola: del fondo de seda negro, por los reflejos de un rayo de sol que filtraba oscilando por una rama de la magnolia, parecían salir llamas.

Palabra del Dia

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