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Vio al marqués de Fúcar, que había vuelto ya de Biarritz, orondo, craso, todo forrado de billetes de Banco; a Onésimo, que solía mirar como suyo el Tesoro público, a Trujillo el banquero, a Mompous, al agente de Bolsa D. Buenaventura de Lantigua, y otros. De estos poderosos, unos la conocían, otros no; alguno de ellos habíale dirigido tal cual vez miradas que debían de ser amorosas.

Al mirarla, afanada, despidiendo de sus dientes y coyunturas un sudor negro y craso, sentía que se le comunicaba el vértigo de ella, y por momentos se suponía también compuesto de piezas de hierro que marchaban a su objeto con la precisión fatal de la Mecánica.

«Viento querido, amigo mío, sácame de aquí gritó la pluma agitando su fleco para volar. Levántame; llévame por esos aires de Dios, que no quiero ver tantos horrores. ¡Maldita sea la gloria y malditos los pícaros que la inventaron! Parece mentira que me haya dejado alucinar por tan craso disparate.

Justificado así el trabajo que en discurrir iba a tomarse, el Condesito discurrió lo que en resumen vamos a exponer. Las desconocidas eran sevillanas. No podían ser malagueñas, como presumió aquel ignorante. Confundir a una sevillana con una malagueña es un error tan craso en un galanteador andaluz, que debe saber de mujeres, como en un cazador confundir una codorniz con una tórtola.

Fuera de la ropa, mejorada en calidad, si no en la manera de llevarla, era el mismo que conocimos en casa de Doña Lupe la de los pavos; en su cara la propia confusión extraña de lo militar y lo eclesiástico, el color bilioso, los ojos negros y algo soñadores, el gesto y los modales expresando lo mismo afeminación que hipocresía, la calva más despoblada y más limpia, y todo el craso, resbaladizo y repulsivo, muy pronto siempre, cuando se le saluda, á dar la mano, por cierto bastante sudada.

Pero tía contestó la joven , yo no por qué esa cruz se llama del Negro; además, ya me tenía seca tanta conversación. Entonces prosiguió la tía deberías haberle dicho que lo ignorabas; y no inducirle en un error tan craso. Estoy segura de que insertará ese disparatón cuando escriba su Viaje a España. ¿Y qué importa? dijo Rita.

Hoy, por el contrario, el desenfado, la movilidad, la animación del dinero, que se presenta sin temor en todas partes, menos en España, y que se agita y circula, es lo que hace creer a los hombres poco pensadores que vivimos en un siglo metalizado; que ahora no se piensa ni se habla sino de dinero. ¡Qué error tan craso!

Al contrario, repuso Basilio; si el conocimiento del castellano nos puede unir al gobierno, ¡en cambio puede unir tambien á todas las islas entre ! ¡Error craso! interrumpió Simoun; os dejais engañar por grandes palabras y nunca vais al fondo de las cosas á examinar los efectos en sus últimas manifestaciones.