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Pero el acento de aquella mujer, reposado, grave, sonoro... Y sus ojos, y su frente, y sus cabellos... Y su terror al verme... ¡Oh! ¡no! ¡no puede ser! un acento parecido... un terror natural en ella... porque yo, al escuchar aquel acento, me volví amenazador, terrible, a la persona que lo había producido... No, no podía ser Amparo. Los muertos no se levantan de su tumba.

Después cerró la puerta y se guardó la llave, y, encarándose con Ángela, le dijo con acento amenazador: ¡Si tratas de darle una migaja más por la rendija, cuenta conmigo! Bajó de nuevo la escalera. Ángela se fue a un rincón a llorar. El Molino volvió a quedar en silencio. Por la noche supo Andrés en la taberna lo acaecido en el Molino. Celesto le refirió la escena con pelos y señales.

Mas como al cabo nadie se presentaba con estas cosas en la mano a satisfacer sus votos, no tuvo otro remedio que ir bajando el diapasón, hasta que al fin sus coléricas protestas se fueron trasformando poco a poco en murmullo sordo y amenazador como el de los truenos lejanos. Y la tertulia recobró su dulce sosiego habitual. Pero quedó suspendido por aquella noche el juego de prendas.

¡No! dijo Medio-hombre enérgicamente y cerrando el con gesto amenazador . ¡Si no fuera por sus muchas astucias y picardías!... Nosotros vamos siempre contra ellos con el alma a un largo, pues, con nobleza, bandera izada y manos limpias. El inglés no se larguea, y siempre ataca por sorpresa, buscando las aguas malas y las horas de cerrazón. Así fue la del Estrecho, que nos tienen que pagar.

; parece un niño o una niña que se queja, contestó la nodriza. Y debe ser muy cerca. Fortuna gruñó de un modo amenazador y se acercó más a su amo, con el pelo del lomo erizado y enseñando sus blancos colmillos. Calla, Fortuna, calla, le dijo Juanito, dándole una palmada en la cabeza y mirando al mismo tiempo a la niña mendiga que lloraba amargamente.

El conde se irguió decidido y amenazador: ¿Qué es eso? dijo con voz áspera. ¿Tenemos dudas? ¡Dios me perdone! ¿Acaso remordimientos? ¿Está usted loca? ¿Olvida usted en qué condiciones intervine para sacarla del atolladero cuando la enloquecía el terror? ¿Es que va usted á ser ingrata, querida? Eso sería una debilidad y una gran imprudencia.

Al verse fuera ya, miró asombrada en torno suyo y halló que una gran multitud rodeaba el edificio por todos lados. No sólo las que estaban dentro, sino otras muchas que habían ido llegando, formaban un cordón amenazador en torno de los viejos muros de la Granera.

Extendíase este por detrás de Biarritz, estrellándose contra las rocas con furor inmenso, amenazador e imponente, bajo aquel límpido azul y con aquel sosegado tiempo, como un gesto de terrible cólera en el rostro de una serena divinidad.

La Inquisición no te tocará, no te acusará á ti. ¿No es verdad, padre, que la Inquisición no se atreverá á ella? Las últimas palabras del tío Manolillo eran un rugido amenazador. ¡Dejadme! exclamó el padre Aliaga ¡dejadme, y que Dios tenga piedad de los tres! Y salió desalentado.

Pero pasaban los años, todo eran promesas, y el roder, creyendo firmemente en la omnipotencia del diputado, achacaba a desprecio o descuido la tardanza del indulto. La sumisión trocose en amenaza, y don José sintió el miedo del domador ante la fiera que se rebela. El roder le escribía a Madrid todas las semanas con tono amenazador.