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Actualizado: 26 de junio de 2025


Y tercero, desagraviado Dios de sus ofensas, cometidas atrozmente contra la Magestad de su Ser Trino: contra la inefable caridad de su hijo, hecho hombre y contra la suprema autoridad de su Palabra Evangélica, con tres sacrificios aceptables; con el de justicia, que le desagravia: placavit & cessavit quassatio Psal. 105. 30.

Si por una parte, algo de la mezquita se destruía, ¿cómo negar por otra que hay no poco de poético y de sublime en la idea realizada de levantar en medio del más espléndido santuario del islamismo y del arte oriental otro magnífico santuario, según el gusto europeo, más adecuado al culto y glorificación del Dios trino y uno? No negaré yo la gracia y el encanto de algunas construcciones arábigas.

No disputemos, por Dios uno y trino; improvisemos nuestro viaje salvador, y no nos chanceemos con la fortuna, que como mujer es mudable, y suele dar sinsabores tales como ha dado dulzuras. ¡Pero dejar abandonada á su majestad!... dijo doña Clara. Dios vela por los reyes... ¿creéis vos que la reina tiene en vos un escudo? Tengo valor, y mi vida es de su majestad.

¡Oh, por lo que he oído!... añadió lanzando una carcajada que resonó como el trino de un ruiseñor. Oliverio es un charlatán exclamé. De ninguna manera charlatán. Ha hecho bien en advertírmelo; sin él le atribuiría a usted una pasión desgraciada, y ahora ya lo que le preocupa: se trata de rimas añadió cargando la voz sobre la última palabra, que resonó de lejos como una alegre impertinencia.

Mirando después al cielo, lanzó un piadoso apóstrofe y dijo así: ¡Barástolis! Por Dios trino y uno, por la Virgen del Sagrario, por Rousseau, por mi vida honrada y por mi conciencia de cristiano juro y rejuro que me alegro con toda el alma. Cuando Salvador salió de su alcoba, abrazáronse estrechamente ambos señores y juraron ser amigos fieles en lo que les quedara de vida.

Su voz ardorosa y fuerte parecía hacer temblar la negra superficie del río; se extendía en ondas armoniosas por los campos, perdíase en la frondosidad de la lejana isla, desde donde contestaba como un suspiro lejano el trino del ruiseñor.

Esta radiante alegría solar brilla a trechos sobre toda la campiña, sobre los ondulantes campos de cebada y de centeno, sobre los taludes llenos de rojas amapolas y va comunicándose sucesivamente a los huertos, en que de nuevo vuelven los insectos de todas clases y colores a zumbar contentos, y a los grupos de árboles en que los pájaros entonan otra vez su amoroso trino.

Del perro los ladridos, de las aves el trino, del calao la voz ronca sólo se oyen allí; no hay hombre vanidoso ni importuno vecino que se imponga a mi mente, ni estorbe mi camino; sólo tengo las selvas y el mar cerca de . ¡El mar, el mar es todo!

Y el ruiseñor cantó tan dulcemente que le corrían en hilo las lágrimas al emperador: y los mandarines, de veras, lloraban: y el emperador quiso que le pusieran al ruiseñor al cuello su chinela de oro: pero el ruiseñor metió el pico en la pluma del pecho, y dijo «gracias» en un trino tan rico y vigoroso, que el emperador no lo mandó matar porque no había querido colgarse la chinela.

Apenas se le veía como un punto negro en la espesura del follaje, pero se oía el débil piar de los polluelos cuando sus padres con agitación iban y venían para cebarlos. ¡Qué alegría la de aquellos animalitos al verles llegar con un mosquito en el pico! ¡Qué gozo triunfal expresaba el trino de los padres luego que depositaban el alimento en la boca de sus pequeños!

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