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Actualizado: 14 de septiembre de 2024


La frondosidad de los árboles extendía una doble masa de sombra á lo largo de la calle, dejando tres fajas de luz crepuscular: una en medio, y las otras dos junto á las casas. El carruaje, al quedar inmóvil, apagó sus faros, lo mismo que un buque que ancla y desea permanecer inadvertido.

Bañados en la luz de brillante crepúsculo, surgían ante mis ojos valles y colinas, llanuras y dehesas, bosques y heredades, en donde la rica vegetación de las tierras cálidas desplegaba su frondosidad incomparable. El Citlaltépetl, corona espléndida de las serranías, aparecía bañado en rosada luz, como si le iluminaran los fuegos de la aurora. Tornaba yo a la casa de mis padres.

Su voz ardorosa y fuerte parecía hacer temblar la negra superficie del río; se extendía en ondas armoniosas por los campos, perdíase en la frondosidad de la lejana isla, desde donde contestaba como un suspiro lejano el trino del ruiseñor.

Valldemosa se presentó de pronto a su vista sobre la cumbre de una colina rodeada de montañas. La torre de la Cartuja, con adornos de azulejos verdes, elevábase sobre la frondosidad de los jardines de las celdas. Febrer vio un carruaje inmóvil en una revuelta del camino. Un hombre descendió de él, moviendo los brazos para que el cochero de Jaime detuviese sus bestias.

Huyó sudoroso de este invernáculo, y otra vez le llevó el automóvil a la Avenida como si diese por agotadas las novedades de la ciudad. El chófer hablaba de los hermosos alrededores, se ofrecía para llevarle a Tijuca, ponderando la maravillosa frondosidad de sus bosques. En la terraza de un café se agitó una sombrilla con movimientos de saludo.

El aterciopelado verde de la campiña se había cambiado en otro más pálido y amarillento; segada y recogida la yerba de los prados y despuntados los maíces, las mieses habían perdido toda su lozana frondosidad; y su aspecto, aunque bastante más risueño que la primavera de Castilla, infundía cierta tristeza en el ánimo que la había contemplado dos meses antes.

Subían los haces de columnas con rígida sencillez, marcando el arranque de los arcos con capiteles simples, en los cuales el cardo gótico aún no tiene la exuberante frondosidad del período florido.

Pero los novelistas ignoran esa sencillez preciosa del arte teatral; acostumbrados á explicarlo todo, tipos y paisajes, no comprenden que, ante las luces de la batería, se pueda responder con una mirada á un largo discurso, ni que un suspiro de amor y una ventana abierta para dar paso á un rayo de luna, basten á servir de desenlace á una comedia; de aquí su frondosidad barroca, sus vaguedades y esa pesadez de detalles que el público no perdona.

Se le había antojado dar un paseo hasta Bellavista; pero al pasar por delante de la carreterita que conducía a la Granja se acordó de las dichosas rosas, y dio orden al cochero de que siguiese por ella. No había visto nunca la posesión. Aquella frondosidad, aquel verde tan intenso la entusiasmaban. En su país la vegetación era más pálida.

Y vagando por la frondosidad umbría de aquellos valles, apareció también a Miguel de Zuheros la virginal figura de doña Sol de Quiñones, que no le censuraba, sino que le compadecía de que volviese a verla, olvidado de su poético enamoramiento y acompañado y consolado por donna Olimpia. La Ínsula Firme se había sumergido también en el Atlántico como otras mil fábulas venerandas.

Palabra del Dia

jediael

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