Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 24 de junio de 2025


Y de repente, el que ella creía separado de Mauricio por sentimientos que necesariamente debían irse agravando, se presentaba calmado, sereno, con palabras de conciliación en los labios y prendas de paz en las manos.

Yo iba silencioso y angustiado; Mauricio me seguía diligente y respetuoso. La lluvia no invadió el valle, se detuvo en las montañas, descargó allí, y pronto fué despejándose el cielo. Allá, rumbo a Villaverde, centelleaban las estrellas del Carro. La tempestad seguía batallando, pero ya floja y desmayada, en lo más remoto de la Sierra.

Saltó al suelo y estrechó á su tutor entre sus brazos. Vamos; vístete, dijo Fortunato; vas á coger frío. Pero, ¿cómo es que llega usted tan de mañana? Tomé el vapor ayer por la tarde; he corrido toda la noche en ferrocarril y aquí estoy. Pero debe usted estar muy cansado.... Nada, absolutamente. Hablemos de ti. Durante este tiempo, Mauricio se había vestido.

Sin embargo, el joven oficial de húsares, no dándose por vencido después del primer fracaso, se había aproximado al grupo que formaban Herminia, Roussel y Mauricio y, alegremente, pedía indemnizaciones; por lo menos la primera contradanza, puesto que Mauricio debía abrir el baile con la señorita Guichard.

Como de los más estimados, inútil es advertir que no se quedaron sin cubierto aquella noche ni Pepe Guzmán ni el banquero don Mauricio.

Entró en un teatro; encontró insípida la obra que se representaba, á pesar de que llevaba doscientas representaciones, y volvió á Montretout en el último tren. Dormía profundamente por la mañana, cuando la puerta de su cuarto se abrió bruscamente y entró el señor Roussel diciendo: ¡Soy yo! ¡Cómo, perezoso! ¿estás todavía en la cama? Ven á abrazarme. Mauricio no se lo hizo repetir.

Tal vez.... ¿Quieres mantequilla? Juana: ¡traiga usted la mantequilla! Yo voy a escribir esta tarde, para que si alguno viene no tenga que esperar.... Luego tengo que andar a las carreras. Oiga usted, tía: si Angelina me escribe, ya lo sabe usted, luego, lueguito, me manda usted, la carta. Le diré a Mauricio que pase por acá todos los días. ¡Bueno! Con él te mandaré la ropa.

Mauricio se puso á sus plantas y mirándola hasta el fondo del alma, añadió: Herminia, un minuto de resolución; una palabra decisiva, y todo se ha salvado. ¿Tienes miedo de confiar en mi? Bien sabes que te adoro.

El viejo yérguese repentinamente en el sillón. ¿A que no adivinas en qué estoy pensando, Mamette? ¡Quizá no habrá almorzado! Y Mamette, trastornada, levantando los ojos al cielo, exclama: ¡Sin almorzar! ¡Santo Dios! Pensé que hablaban todavía de Mauricio, e iba a responder que ese buen muchacho jamás se ponía a la mesa después del mediodía. Pero no, era a a quien se referían.

Había muy buenas razones para que el guarda de la señorita Guichard ignorase la presencia de Mauricio y de Roussel en el país.

Palabra del Dia

metropolitanos

Otros Mirando