Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 24 de mayo de 2025
Mi padrino es el mejor de los hombres y antes que causarme la más pequeña pena está dispuesto á olvidar lo que usted le ha hecho y á reconciliarse con usted." Pero no tuvo tiempo. La señorita Guichard se levantó, llamó y dijo al criado: "Ruegue usted á la señorita Herminia que venga." Esta sencilla frase borró los escrúpulos de Mauricio.
Herminia cambió una mirada inquieta con Mauricio y salió. Puestos en presencia el uno del otro, el prometido y la tía se observaron un momento. Ambos estaban sonrientes pero sus fisonomías aparecían un tanto contraídas. La señorita Guichard tomó la palabra y dijo con voz firme: Mi querido Mauricio, henos ya en el día decisivo.
Sí; ¡el horrible viejo me seguía! las escaleras son estrechas y empinadas; caí, di con la cabeza en la barandilla, y casi me he roto una mano; pero al fin estoy aquí; aquí, con usted que me defenderá. No la pregunté más. ¿Y para qué? Todo estaba explicado. Envié a Mauricio por un facultativo que se encargó de la curación de Amparo y de Mustafá.
Cuando hayáis resuelto, pondré tanta energía en apoyaros como reserva he empleado en daros consejos. Ahora, os dejo. Os amáis; defended vuestra dicha. Herminia y Mauricio quedaron solos y se miraron un instante sin hablar.
Muy moreno, la barba en punta, el cabello cortado coronando una hermosa frente, viva la mirada, Mauricio había cogido la mano de Herminia y la hablaba con animación. ¿Qué decía? La señorita Guichard no podía oírlo. Pero la joven movía la cabeza con aire de duda y una cierta inquietud. Dió algunos pasos por la escalinata y lentamente, seguida por Mauricio, descendió al jardín.
He visto en su mirada la idea de huir y no volver. Si se marcha, se acabó el episodio; no le volveré á ver jamás. Si viene ... ¡entonces, nos veremos, señor Roussel! Es tu bien más querido, y voy á tratar de quitártelo." Mauricio, andando por el camino, pensaba: "Mi tutor me ha prohibido entrar en su casa y verla y me veo obligado á desobedecerle.
Durante una semana, de cinco á siete de la tarde, el «todo París» de los té tango y los tés donde simplemente se murmura habló con insistencia del casamiento de Mauricio Delfour heredero de la casa Delfour y Compañía, 250 millones de capital con la bella Odette Marsac, nieta de un parlamentario célebre y casi olvidado que había sido candidato dos veces á la presidencia de la República.
Mauricio había procedido como un verdadero enamorado, diciendo ¡adiós!, sin esperanza de retorno, á sus varias amantes, sacerdotisas de las más nobles artes: la comedia, la ópera y el baile. ¡Se acabaron las locuras! Su mujercita y los estudios serios nada más.
Mauricio Rapp, en el prólogo á su traducción de Los dos gentiles hombres de Verona, de Shakespeare, dice: «Esta pieza da á entender el influjo del teatro español.» No creo que el poeta la leyera en su lengua original; pero sí que se la haya hecho contar y traducir.
La familia se fué a Villaverde, y sólo nos quedamos en la hacienda el mayordomo, yo, y Mauricio, el caballerango, un muchacho muy simpático y muy servicial. Iba a la ciudad todos los días, muy de mañana, para traerme noticias de la enferma. El peligro había pasado, tía Carmen mejoraba, y las cartas que recibía yo eran satisfactorias.
Palabra del Dia
Otros Mirando