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Actualizado: 24 de junio de 2025


¡Ah! tiene usted suerte, me dijo Mauricio; es una prenda de rey. Recuerdo que Mauricio, recordando un puntapié que le valió esta observación, habló en lo sucesivo con el más profundo respeto de la señorita Amparo. Fuime a una joyería y gasté los tres mil reales que me había dado Amparo, en una bonita cruz de diamantes para ella.

Como la víspera, la saludó sonriendo y dirigiéndose á ella como si fuese una antigua conocida, dijo: ¿Seré hoy más dichoso que ayer y podré llegar hasta la señorita Guichard? Herminia juntó las manos y dirigió á Mauricio una mirada suplicante. Hable usted más bajo, se lo suplico ... ¡Si nos oyeran, sería terrible! ¿Por qué?

Reflexionando sobre esto, relacionó el disimulo de Mauricio y de Roussel con la vigilancia ejercida por la señorita Guichard; y los disfraces de los unos le pareció que correspondían exactamente á las medidas de la otra.

Inclinado sobre el muro del terraplén, en la sombra, Bobart no había perdido ni una palabra de estas recomendaciones. Pensó: "¡Un caballero y una señora que el cochero debe conducir á París en el coche de Roussel! Esto es claro como la luz; se trata de Mauricio y Herminia. La intervención de mi excelente prima produce su efecto: los recién casados meditan una fuga.

Amparo me había impresionado fuertemente. No sabía donde vivía. Un día encargué a Mauricio que la buscase. Mauricio empleó cuantos medios se conocen para encontrar una persona de la cual se saben el nombre, las señas y la condición. Gracias a lo bien montada que está la policía en España, Mauricio, que era uno de los mozos más listos que he conocido, no pudo dar con ella.

Mauricio encontraba un poco pueriles tantas precauciones. Había dado un largo paseo por el jardín con Herminia y sabía que podía contar con ella por completo, porque también le amaba. Aquellos corazones se habían entregado al mismo tiempo y no debían separarse jamás.

Basta citar nominalmente algunos dramas de Mira de Mescua, para convencerse de esta verdad. La rueda de la fortuna es una comedia de ruido y sin ingenio, que refiere la historia de Mauricio, Phocus y Heraclio, pero sin la profundidad que observamos en la de Calderón.

En cuanto á Mauricio y Herminia, sus sensaciones y sus aspiraciones eran en un todo semejantes, pues cada uno de ellos se ocupaba únicamente del otro y ambos soñaban con la dicha de volverse á ver.

En diciéndole que es un gran hombre se tira de cabeza al agua por ti.... no sabes.... Me ha colocado en el Ministerio más de dos docenas de parientes.... Luego da gusto tener cierta influencia en la política y que los diputados la mimen a una. Ayer, precisamente, tuve la visita de Mauricio Sala, que quiere a todo trance ser subsecretario.

Mauricio no volvió al colegio. Fortunato había llegado á la edad en que el hombre siente placer en vivir dentro de su casa á condición de no estar en ella enteramente solo, y gracias á su hijo adoptivo, encontró el atractivo que podía conducirle al hogar y retenerle en él. Al niño debió, pues, la rectitud de su vida, la seriedad de sus pensamientos, la dignidad sonriente de su madurez.

Palabra del Dia

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