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No tome usted en mal sentido mis palabras, inspiradas sólo en el interés que por usted tenemos mi marido y yo.... Su marido de usted ... interrumpió la fogosa solterona, ¿qué ha sabido? Dígame usted la verdad! Pero si no sabe nada; supone solamente, como yo, que don Mauricio podrá, en un momento dado, ser impulsado por una influencia ... exterior.... ¡Cuál! Diga usted todo su pensamiento....

Después se separaron y Herminia y Mauricio recorrieron del brazo el salón mientras Roussel se paseaba con aire distraído.

¡No hay más!, murmuró Roussel en tono de sospecha. ¡Nada! Entonces ¿has visto al monstruo mismo? Un monstruo nada feroz, dijo Mauricio riendo. ¡Diablo! ¿Cómo te las has compuesto?... Pero, sin duda, ella no te conocía cuando te acogió é ignoraba el vínculo que nos une. Es verdad que, en cuanto lo supo, su actitud cambió completamente. ¡Ah! ¿Lo ves? exclamó Roussel triunfante.

¡Ah! Mauricio, hemos sido muy atrevidos ocultando la verdad á mi tía ...¡Acaso hubiera sido mejor decírselo todo! ¿Para que un cuarto de hora después me hubiera puesto en la puerta y me hubiera impedido volverte á ver? Es posible que yo la hubiera enternecido con mis súplicas y mis lágrimas. Me quiere verdaderamente y hubiera dudado antes de causarme tanta pena....

Levantó la frente y adelantándose hacia Clementina: Has tratado con Mauricio y con Herminia: está muy bien, dijo graciosamente; pero no estás arreglada conmigo. ¿No te parece, mi querida prima, que tenemos algo que hablar? Es preciso no ocultar nada en el corazón en una situación como la que vamos á afrontar. Vaciemos, pues, nuestro saco, para no volver más sobre el asunto.

Mauricio acababa de arrojar un profundo suspiro y había abierto los ojos. Paseó enderredor una mirada turbada, se incorporó sobre el codo derecho y dijo con voz débil: ¡Ah! es usted, señora, la que me ha recogido, cuidado, salvado.... Usted no ha estado en peligro..., interrumpió secamente Clementina, como si no quisiera haber contraído tales méritos respecto del hijo de su enemigo. ¡No importa!

Vamos, pues ... Puesto que usted mismo se acusa ... yo estoy desarmada. Contra , dijo Mauricio sonriendo; pero contra mi tutor.... ¡

Á la llamada de su tía, se acercó llena de emoción y por eso mismo más encantadora ... Y Mauricio, perdiendo en su presencia la poca resolución que le quedaba, olvidó las órdenes de su tutor y entró en aquella casa de la que hubiera debido huir. Al día siguiente, Mauricio tuvo ocasión de acabar el cuadro y el boceto, porque tenía en el pensamiento, clara y precisa, la deliciosa cara de Herminia.

Por cierto que estas intenciones, o «planes siniestros», como decía el novio de Sagrario, la hacían suma gracia también. Casi tanto como a Leticia, que no perdía ocasión de apuntarla, con la mirada o con un gesto expresivo, cada memorial que el banquero la enviaba con los ojos en sus grandes apuros oratorios. De este celo por los intereses de don Mauricio, murmurábase bastante.

Roussel, Herminia y Mauricio, de pie delante de la mesa, se miraban estupefactos, aterrorizados, mudos. Por último Mauricio, como si no creyese á sus ojos, se inclinó hacia el jardín y buscó al espectro. Pero no vió más que un coche de alquiler que se colocaba delante de la verja, esperando á la terrible visitante. ¡Es ella! dijo por fin Roussel en voz baja. ¡Vais á ver! ¡Oh!