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Actualizado: 20 de mayo de 2025


La medianera se llevó el dedo a los labios recomendando silencio al conde, así que éste franqueó la puerta. Recomendación bien excusada por cierto, porque hasta la respiración iba conteniendo por no hacer ruido. Luego, adelantándose un poco para explorar el terreno, le hizo seña para qué la siguiese. Atravesaron un corredor, pasaron por delante de la escalera principal sin ascender por ella de miedo a encontrarse con algún criado, y fueron a buscar a la biblioteca una escalerita excusada que allí había para subir al segundo. El conde avanzaba de puntillas con el corazón palpipante. Aunque ya había penetrado otras veces en casa de Quiñones de aquella manera, le parecía siempre el colmo de la temeridad y maldecía en su interior del atrevimiento y despreocupación de su amante. Llegaron al fin al gabinete de la señora. La puerta se abrió sin que se viese a nadie. Jacoba empujó suavemente al conde, quedando ella fuera. La mano de Amalia, que se presentó de improviso, volvió a cerrar, y súbito, con arrebatado ademán, echó los brazos al cuello de su querido y le besó con apasionada ternura.

Sin perder un minuto, hizo Cador llevar á una salida excusada de palacio dos dromedarios ensillados de los mas andariegos; en uno montó Zadig, que no se podia tener, y estaba á punto de muerte, y en otro el único criado que le acompañaba. A poco rato Cador sumido en dolor y asombro hubo perdido á su amigo de vista.

¡Ni la menor señal de extrañeza en don Claudio Fuertes! ¡Como si le pareciera excusada la noticia! Pues lo siento, respondió algo retrasado, pero maquinal y fríamente. Nieves anda algo malucha hoy... y no saliendo ella... Tampoco le sorprendió esta otra noticia al señor don Claudio Fuertes.

Amalia no le soltaba hasta que le veía ebrio, intoxicado por la violencia de sus caricias. Jacoba le esperaba en el corredor. Después de conducirle por éste y otros varios hasta la estancia donde se hallaba la escalerita excusada que iba a la biblioteca, le hizo seña de que aguardase y bajó sola para cerciorarse de que no había nadie en los pasillos.

Apénas os hubo precisado el fiel Cador á obedecerme y partiros, se atrevió á penetrar por una puerta excusada en mi quarto á media noche, me sacó de palacio, y me llevó al templo de Orosmades, donde me encerró su hermano el mago dentro de una estatua colosal cuya basa se apoya en los cimientos del templo, y la cabeza toca con la bóveda.

Como has desaparecido de la corte, como te has encerrado, temo que sea una verdad dolorosa lo que sospecho. Si la deshonra te amenaza confía en : yo te salvaré. Pero contéstame. Mañana á la noche estaré, después de las doce, á los pies de tus ventanas que dan á la calle excusada. Tanto tardó el duque en componer esta carta, que ya era de noche cuando concluyó.

No le pedía respuesta, porque no me juzgase muy osado; pero le daba las señas de mi habitación por si se compadecía de y me contestaba sin pedirle yo que lo hiciese. No era mala precaución repuso Amaury. No, no era mala, pero en cambio era excusada, amigo Amaury.

Un soldado estaba de faccion en la puerta excusada que nos debia dar entrada, y al parecer le habian dejado allí por cumplimiento mas que por guardar ó defender cosa ninguna. Ello es que entramos con franqueza sin que nadie nos dijese palabra; subímos escaleras, llamamos por todas partes, y nadie nos respondió ni se dió á luz.

Mientras los señores hablan con sus amadas, los criados, con los caballos, esperan á cierta distancia de la casa....... Además de los medios indicados, de que se valen los enamorados para llegar hasta los objetos de su amor, hay también otros, porque las señoras se visitan con mucha frecuencia, y nada es más fácil para ellas que taparse con un velo, deslizarse por alguna puerta excusada, subir en una litera y encaminarse á donde se les antoja. Mucho les ayuda la particularidad de que todas ellas, por un pacto tácito, guardan inviolablemente los secretos, y cualquiera que sea el altercado ó la disputa que se promueva entre ellas, jamás abren sus labios para venderse unas á otras. Su discreción, en este punto, no merece incondicional alabanza; pero las consecuencias de su ligereza serían aquí más desastrosas que en ninguna otra parte, porque aquí también se mata sólo por sospecha. Las buenas españolas son muy astutas y saben hacer excelente uso de esta prenda, porque como todas las casas tienen puertas traseras, pueden salir á la calle cuando les parece; y como es frecuente que un hermano viva con su hermana, un hijo con su madre ó un sobrino con su tía, sirve esto de pretexto ú ocasión para verse. El amor es aquí naturalmente ingenioso, y apela á todos los recursos para satisfacerse, permaneciendo siempre fiel y constante. Hay intrigas de este género que duran toda la vida, aunque no se haya malgastado una sola hora en perder de vista su término; se aprovechan todos los instantes, y cuando los amantes se ven y quedan contentos, no hay que pedir otra cosa....... A veces sucede que una dama, envuelta en su velo para no ser conocida y con traje muy sencillo, se encamina á pie al lugar de la cita. La ve un caballero, la persigue, y se empeña en hablarla; pero incómoda con este acompañamiento, se dirige á cualquiera de los que pasan, y, sin darse á conocer, le dice: «Yo os ruego que os interpongáis para impedir que este majadero me sigaEsta súplica es una orden para el galán español: habla con el que la molesta, le ruega que no la siga, le aconseja que la deje ir en paz, y, si no accede á su deseo, hay que sacar las espadas; de suerte que, por un encuentro de esta especie, se derrama sangre por una señora á quien no se conoce.

Con tener honores de puerta principal, la del Sur es la menos favorecida de fieles en días ordinarios, mañana y tarde. Casi todo el señorío entra por la del Norte, que más parece puerta excusada o familiar. Y no necesitaremos hacer estadística de los feligreses que acuden al sagrado culto por una parte y otra, porque tenemos un contador infalible: los pobres.

Palabra del Dia

condesciende

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