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Sin embargo, podía suponerse que la tenacidad de su silencio no significara una real indiferencia para el bello pasado romántico, sino que persistiendo secretamente en ella la memoria del idilio interrumpido, la frialdad fuera más bien pura apariencia y reproche tácito a Zoraida.

Aunque en la lengua de Tácito no hiciera grandes progresos, pudo, no obstante el poco tiempo que estuvo con el dómine, vencer la repugnancia tradicional de la familia á la lectura de todo documento que fuese extraño al pleito.

Esta senda era la que conducía al principal pueblo de la comarca, y por ello, y por no ser tan riscoso el terreno por aquella parte, ofrecía cierta apariencia y espaciosidad muy de molde para emprender un buen paseo, que por tácito consentimiento de los paseantes, tenía su término en una blanca capilla, alzada a San Sebastián por el buen celo de los cristianos viejos que habitaban entre los moriscos de aquellas quebradas.

Lo que he querido decir es que hay creencias, hay teorías y leyes que, dictadas con la mejor intencion, producen las más deplorables consecuencias. Me explicaré mejor citándole un ejemplo. Para conjurar un pequeño mal, se dictan numerosas leyes que causan mayores males todavía: corruptissima in republica plurimæ leges, dijo Tácito.

Un menestral, un criado, un inferior, por cualquier concepto, no llamaba sino con una campanada; las visitas llamaban con dos; y la media docena o poco más de personas que el linajudo señor de Quiñones consideraba sus iguales en Lancia, lo hacían con tres, por acuerdo tácito o expreso, que eso nunca se averiguó.

El divorcio y la inseguridad en el matrimonio prosiguió la Fontane, provocan igualmente la vocación del celibato en algunas muchachas... Lo que pasa en el mundo es verdaderamente espantoso... ¡Qué negro abismo! exclamó la Melanval. «Corromper y ser corrompido, ha dicho Tácito, es lo que se llama el siglo» dijo la Roubinet orgullosa de su frase.

Cuando los dos primitos pisaron el comedor, levantó la cabeza y les clavó una intensa mirada escrutadora, que ellos por tácito acuerdo fingieron no advertir. Mas contra lo que esperaban, en vez de convertirla de nuevo a la labor, siguió cada vez más fija y más escrutadora sobre ellos, hasta el punto de turbarlos.

De Radamisto hijo de Tarasmanes rey de Iberia nos cuenta Tacito un suceso semejante, cuando huyendo con su mujer Cenobia en sendos caballos junto al rio Arajes, viéndola rendida por estar preñada, y temiendo que no llegase á manos de su enemigo ofendido, prenda en quien pudiese con grande mengua y afrenta suya vengarse, le dió cinco heridas, y la echó en el rio: pero Cenobia tuvo diferente fin que la mujer del Masageta, porque unos villanos la sacaron del rio, la curaron, y entregaron al rey Tiridates enemigo de Radamisto.

Aunque no se había tratado nunca directamente del asunto, se había convenido, por un acuerdo tácito, que las dos niñas últimas no serían monjas, a no haber en ellas una vocación superior a toda resistencia prudente y moderada. Este implícito convenio era una imposición de la conciencia, o del miedo a la opinión del mundo. La mayor de aquellas dos niñas tenía un pretendiente.

«¿No es notorio para todo el mundo que el actual Gabinete lejos de oponerse á tan grave mal, hace cuanto está en su mano para que tome proporciones? ¿No estamos viendo que los órganos del obscurantismo aplauden todos los actos del Gobierno, y que existe un pacto tácito entre la teocracia y el poder, una comunidad de aspiraciones tal, que parecen confundirse los poderes eclesiástico y civil, cual si viviéramos en los tiempos del más brutal absolutismo? ¡Ah! ¡Es preciso ya decir la verdad al país! ¡Oh! ¡Es preciso hablar muy alto y poner las cosas en su lugar, exigiendo la responsabilidad á quien realmente la tenga