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Después Quiroga, como Rosas, como todas esas víboras que han medrado a la sombra de los laureles de la patria, se ha hecho notar por su odio a los militares de la independencia, en los que uno y otro han hecho una horrible matanza. Facundo, desertando de Buenos Aires, se encamina a las provincias con tres compañeros.

En que se trata de la calidad de la tierra, animales reptiles, y espantosìsimas víboras y serpientes; de la sirena, del carbunclo, de unas mariposas, que se tornan en gusanos, y despues en ratones, y otras maravillas.

Por esto, no sólo es respetado, sino también temido de todos, pudiendo á su antojo causar daño y matar á quien quiere, y para hacer mayor ostentación de su poder, tiene la casa llena de víboras y serpientes, y cuando vuelve á casa de sus funciones eclesiásticas, viene acariciando en sus brazos semejantes animales.

Estos son los enemigos constantes del nombre de Cristo: estos los que imaginan borrarlo de la haz de la tierra: estos los que procuran, por todos los caminos que se presentan á sus ojos, la destruccion del pueblo cristiano. ¡Generacion infeliz! vas á desaparecer de la tierra, dejando á tus hijos sujetos á la cautividad de aquellos que no dudaron en crucificar á su Dios! ¿Qué amor, qué piedad, qué regalo podrán esperar de estos tan crueles verdugos? ¡Maldita sea la hora en que tales viboras comenzaron á habitar entre nosotros! ¡Maldito el instante en que consentimos los nidos de estas aves de rapiña cerca de nuestras casas; porque así todo cuanto nos roban, con mas facilidad esconden de nuestras miradas!

Callad por Dios, condesa exclamó el duque ; lo que en vuestra bella boca es una chanza ligera, en las bocas de víboras que pululan en la sociedad, sería una mortal ponzoña. No tengáis cuidado: no seré yo quien tire la primera piedra. Soy indulgente como una santa, o como una gran pecadora; sin ser ni lo uno ni lo otro.

No está la dificultad en comprender sino en atinar. El jugador de ajedrez. Sobieski. Las víboras de Aníbal. Hay en este punto una particularidad muy digna de notarse, y que tal vez no ha sido observada; y es que muchas verdades no son difíciles en y que sin embargo á nadie se ocurren sino á los hombres de talento.

No hay miedo decía el otro . Acuérdate que me diste unas ligas de piel de anta, y las víboras huyen de mis pies al percibir el olor de este cuero. Al fin, una tarde, Jaramillo hizo un esfuerzo, sacrificándose por la amistad. Ya que lo quieres.... Y cerrando los ojos le reveló el gran secreto.

Habiendo considerado y revuelto muchas veces en mi memoria el gran gusto que recibe el humano entendimiento con la lectura de los varios y diversos acaecimientos de cosas, que aun por su variedad es la naturaleza bella; y que aquellas amplísimas provincias del Rio de la Plata estaban casi puestas en olvido, y su memoria sin razon obscurecida, procuré poner en escrito algo de lo que supe, entendì y en ellas, en veinticuatro años que en aquel nuevo orbe peregrinè: lo primero, por no parecer al malo é inutil siervo que abscondiò el talento recibido de su señor: lo segundo, porque el mundo tenga entera noticia y verdadera relacion del Rio de la Plata, cuyas provincias son tan grandes, con gentes tan belicosas, animales y fieras tan bravas, aves tan diferentes, víboras y serpientes que han tenido con hombres conflicto y pelea, peces de humana forma, y cosas tan exquisitas, que dejan en éxtasis

Una torpeza creciente se fué difundiendo por sus músculos y sus nervios, paralizando toda acción. Pensó que tal vez había serpientes bajo los matorrales y que acababa de recibir su mordedura venenosa. Fué á mover el otro brazo, y, en el momento que intentaba levantarlo del suelo, recibió una segunda picadura, igualmente paralizante. Ya no hay remedio se dijo . Me han mordido las víboras.

Ardía todo en vivas llamas como también el demonio que le tiraba, el cual traía á la cintura, en señal del oficio, un grande haz de víboras, que le despedazasen; y vuelto á Lucas, con fiereza propia del infierno, le dijo: «También alguna vez te entendías conmigo y eras de mi servicio, siento mucho que me hayas dejado, vinieras ahora á cortejarme si estos Padres no hubieran venido á tu Ranchería á predicar la ley de Cristo: no lo puedo sufrir; no hacen otra cosa, más que hablar mal de y de mis cosas.