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El alcalde intervino paternalmente. Hombre, es demasiado dijo al patrón. Todo se lo llevan y los carabineros se quejarán. Dejad al menos algunos bultos para justificar la aprehensión. Nuestro amo estaba conforme. Bueno; haced unos cuantos bultos con dos fardos de la peor picadura. Que se contenten con eso. Y se alejó hacia el pueblo, llevándose en el pecho toda la documentación de la barca.

Noche a noche, desde que Alicia había caído en cama, había aplicado sigilosamente su boca su trompa, mejor dicho a las sientes de aquella, chupándole la sangre. La picadura era casi imperceptible. La remoción diaria del almohadón había impedido sin duda su desarrollo, pero desde que la joven no pudo moverse, la succión fué vertiginosa. En cinco días, en cinco noches, había vaciado a Alicia.

Pero lo que a Juanito le encantaba más en su parroquiana era la sonrisa y aquella dentadura que en el fondo carmesí de la boca brillaba nítida, igual, sin una picadura, sin una pieza saliente, como esas muestras perfectas que los dentistas colocan en sus escaparates. Esta amistad, que se estrechaba por encima del mostrador, iba siendo una necesidad para los dos.

Fue fácil inferir, entonces, que el ladrón fumaba, en esa circunstancia, uno de esos cigarrillos gruesos de picadura de tabaco tarijeño, con más palos que hoja, y que por esto solían despedir chispas como una chimenea. Fue esa la vez en que nosotros experimentamos en mayor escala lo que se llama tan estúpida y diabólicamente "el santo terror del infierno".

Por último, y vengamos al asunto, pesándome de vivir todos los días en una misma casa, la vista de un cuarto desalquilado hace en mi ánimo el mismo efecto que produce la picadura del pez en el corazón del anhelante pescador que le tiende el cebo.

El matrimonio albergado en la pequeña estación era la única muestra de la especie humana que se mantenía en esta soledad, temblando de fiebre, haciendo frente al aire corrompido, á la picadura envenenada del mosquito, al fuego solar que sacaba del barro vapores de muerte.

Una torpeza creciente se fué difundiendo por sus músculos y sus nervios, paralizando toda acción. Pensó que tal vez había serpientes bajo los matorrales y que acababa de recibir su mordedura venenosa. Fué á mover el otro brazo, y, en el momento que intentaba levantarlo del suelo, recibió una segunda picadura, igualmente paralizante. Ya no hay remedio se dijo . Me han mordido las víboras.

Es verdad que abajo estaban las largas salas del oreo, y sus simétricos y pulcros estantes; el despacho del jefe, y el cuadro de las armas de España trabajadas con cigarros, orgullo de la Fábrica; los almacenes; las oficinas; pero también el lóbrego taller del desvenado y el espantoso taller de la picadura.

De todo lo que has dicho, parece deducirse que yo soy un miserable, un cualquiera, uno de tantos. Pues ahora lo veremos. He guardado reserva contigo, porque creí que no me comprenderías. Veremos si me comprendes ahora. Es cierto que hace dos meses, me encontré otra vez a... Haz el favor de no nombrarla suplicó Jacinta con viveza . Ese nombre me hace el efecto de la picadura de una víbora.

La doncella los miró y no notó picadura ninguna; pero indudablemente el pájaro había puesto en ellos algo de ponzoña, porque el traidor no volvió a aparecer en adelante, y la Princesa fue desmejorándose por grados, hasta caer enferma de mucho peligro. Una fiebre singular la consumía, y casino hablaba sino para decir: Que no le maten... que me le traigan vivo... yo quiero poseerle.