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Entre tanto, los gravámenes personales que pesan sobre los indios del interior, obligados como están á reemplazar á los animales de carga, trasportando sobre las espaldas y por larguísimas distancias toda clase de mercancias, son sin duda alguna, la causa que hace mas tardío el adelanto comercial en aquellas comarcas, paralizando hasta el deseo mismo de cosechar los frutos que la naturaleza ofrece espontaneámente por todas partes.

Con ellas apretaba al cangrejo contra su boca, inyectando bajo su caparazón el producto venenoso de sus glándulas salivares, paralizando todo movimiento de resistencia. Luego se lo tragó lentamente, con una deglución de boa. ¡Qué hermoso! dijo ella.

Una torpeza creciente se fué difundiendo por sus músculos y sus nervios, paralizando toda acción. Pensó que tal vez había serpientes bajo los matorrales y que acababa de recibir su mordedura venenosa. Fué á mover el otro brazo, y, en el momento que intentaba levantarlo del suelo, recibió una segunda picadura, igualmente paralizante. Ya no hay remedio se dijo . Me han mordido las víboras.

Aquellos salvadores sólo le buscaban á él, abandonando á los demás. Perdió la noción del tiempo. Un frío agónico fué paralizando su organismo. Las manos ateridas y ganchudas se soltaban del madero, volviendo á agarrarse á él con esfuerzos supremos de voluntad. Los otros náufragos habían tenido la precaución de ponerse sus chalecos flotantes al iniciarse el hundimiento.

Así llegó hasta el punto más escarpado de una tentativa a la cual ninguna mujer heroica ha podido alcanzar sin despeñarse. Se mantuvo todavía algún tiempo intrépidamente y sin desfallecer demasiado, como un ser poseedor de recursos sobrenaturales a quien el vértigo hubiese privado del sentido y el exceso del peligro retuviera al borde del abismo paralizando de pronto su razón.

Fernanda besó a su padre y entró en el coche. El pobre anciano, al recibir aquel beso en la mejilla, pensó que una corriente de aire frío entraba por ella paralizando sus miembros y helándole el corazón. El látigo chasquea. «Adiós, Fernanda; abrígate, Fernanda. Adiós, Santos. Que vengan ustedes prontoYa están en camino. Antes de una hora llegan a Meres, esperan la diligencia y suben en ella.

Entre usted y yo hubiéramos combinado y ejecutado planes maravillosos: ¡yo arriba, en las altas esferas, esparciendo la muerte entre perfumes y oro, embruteciendo á los viciosos y corrompiendo ó paralizando á los pocos buenos, y usted abajo, en el pueblo, entre los jóvenes, evocando la vida entre sangre y lágrimas!

La intriga estaba hábilmente urdida y, aunque los mismos papeles secuestrados comprobaban su inocencia, el sofisma procesal torturó los hechos y los vocablos. Por fin, la generosa intervención del prior de Santo Tomás vino a socorrerle al borde mismo del derrumbadero, paralizando la causa.

Quiso arrancarse Fernando este paladeo de recuerdos melancólicos. «¡A escribirNecesitaba terminar la carta, pues al amanecer del día siguiente llegarían a puerto... Pero la música le retuvo, paralizando su voluntad con la vibración de algo conocido. ¿Qué cantaba el violoncelo?... Vio de pronto, como trazada en el aire por los sones graves de dicho instrumento, la varonil figura de Wolfram de Eschembach, el noble trovador consejero de Tannhauser el maldito, y su imaginación puso palabras al canto melancólico de las cuerdas. «¡Oh , mi dulce estrella de la tarde, que lanzas desde el fondo del cielo tu suave resplandor!...» El wagneriano canto le hizo recordar otra estrella aparecida en un momento doloroso de su existencia, y de nuevo olvidó el presente y quedó inmóvil en su asiento, como un cuerpo sin alma, como un fakir en rígida meditación, en torno del cual crecen las lianas y se enroscan las serpientes mientras su espíritu vive a miles de leguas.

Entonces, de repente, entre la espesa bruma de temores y perplejidades que envolvía la mente de Jacobo como una cerrazón del océano, paralizando su natural audacia, brotó un punto luminoso... El tío Frasquito era rico, influyente, tenía entrada en todas partes, y aquella ridícula aventura le ponía en su poder atado de pies y manos, dadas las femeniles manías del presumido viejo.