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Afortunadamente para los mancebos acertó á cruzar por allí con un caldero en la mano Maripepa. Era ésta una mujer de cuarenta años lo menos, fea, coja, desdentada, á pesar de lo cual no había en Entralgo zagalilla más pagada de su beldad.

Hacía las «flores»: los pespuntes en forma de triángulo que adornaban los extremos de las ballenas. Era una tarea costosa y mal pagada, como todos los trabajos femeniles. Isidro se enfadó. ¿Deseaba matarse? Pero la sonrisa de Feli contuvo sus protestas. Señalaba con los ojos aquel cajón de la cómoda donde metía el dinero. Apenas quedaban unas cuantas pesetas de lo que les trajo el tío Manolo.

Sabés bien que mientras tu cuenta no esté pagada, debés quedar. Abajo... podés morirte. Curate aquí, y arreglás tu cuenta en seguida. ¿Curarse de una fiebre perniciosa, allí donde se la adquirió? No, por cierto; pero el mensú que se va puede no volver, y el mayordomo prefería hombre muerto a deudor lejano.

, vos; habéis calumniado á una santa... ¿Creéis que la reina?... Es digna de que una mujer de corazón como vos, la ame en vez de odiarla. ¿Y qué puedo yo hacer? Sed más que la querida pagada de Lerma. ¡Ah! Enloquecedle; hacedle creer que le amáis. Eso no es fácil; don Juan de Guzmán ha visto en mi casa á vuestro amigo. ¿Y qué importa? Lo sabrá Calderón... lo sabrá Lerma.

En la pasada guerra civil cubana, el conde de Valmaseda, ofendido de estas villanías con que era burlada y pagada la generosidad española, dió un bando, no he de negar que harto violento; pero esto no basta para justificar la nota dirigida por el Sr. Fish, secretario de Estado, al ministro de España en la gran república.

Llegamos a la señorita Fernández. ¡Esa ! exclamó la buena señora. ¡Esa me gusta! ¡Tan bonita, tan inteligente, tan buena, tan sencilla! Es rica, y tiene la sencillez de una pobre; es inteligente e instruída, y no hace alarde de ello; es hermosa, y no está pagada de su belleza. ¡Ay Rorró! agregó después de elogiar con mucho entusiasmo a la niña. Es una perla. Así quiero una mujer para .

Habituada al trato de personas cultas y distinguidas; educada con esmero; rodeada de cuanto la opulencia y el amor paternal pueden ofrecer a una niña de su clase y condiciones, la señorita Fernández ni estaba engreída con su elegancia, ni pagada de su hermosura, ni satisfecha de sus raras habilidades.

Decir á una joven ó vieja que encienda la antorcha de himeneo sin recubrir previamente su cuerpo con trapos nuevos y de seguro no da chispas: anunciarle un viajito, que tenga siquiera un trayecto de una veintena de millas y no le presentéis antes un muestrario, y no hay viaje posible. Para una mujer en viaje, su verdadero pasaporte es una factura pagada ó no pagada de una tienda de modas.

A las amarguras de la pobreza se juntaron en mi pobre tía otras mayores: las que le causaba ver que su hermana trabajaba del día a la noche, sin que ella la pudiese ayudar. Tía Pepa hacía flores, cosía, y daba lecciones de lectura y de catecismo a una veintena de niños. No pudieron conseguir que la pensión fuese pagada.

Todas las demás reían alborozadas, como si en vez de un berrido acabasen de escuchar un pasaje de Rabelais. Doña Paula, que sentía por su hijo primogénito admiración idolátrica, y al mismo tiempo guardaba cierto rencor a su hija por sus contestaciones, aunque se hallase grandemente pagada de su hermosura, vino en ayuda de aquél.