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En ese caso, sería únicamente el síntoma de una alteración profunda del espíritu, si un hombre, en consecuencia de un dolor prolongado, intenso y secreto, y de la costumbre mórbida de estarse estudiando constantemente, ha llegado á asociar su personalidad á la naturaleza entera, hasta el extremo de que el firmamento no venga á ser sino una página adecuada para la historia del futuro destino de su alma.

Terminado el período de encarcelamiento á que fué condenada Ester, se abrieron las puertas de la prisión y salió á la luz del sol que, brillando lo mismo para todos, le parecía sin embargo á su mórbida imaginación que había sido creado con el único objeto de revelar la letra escarlata que llevaba en el seno de su vestido.

Sus nervios parecían del todo arruinados: su fuerza moral era la de un niño: andaba arrastrando los pasos, aun cuando sus facultades intelectuales conservaban su prístina fuerza, ó habían adquirido acaso una mórbida energía, que solamente pudo haberles comunicado la enfermedad.

Ahora que nos permiten contemplar lo que ordinariamente cubren con tal cuidado, puedo asegurar que ustedes tienen forma de mujer, la forma que tanto admiramos en las estatuas griegas y en las pinturas flamencas, mórbida, blanca, transparente, mientras que al entrar en un salón de Madrid no se tropieza más que con esqueletos en traje de baile...

Además, una preciosa mano cuajada de anillos y extremadamente blanca y mórbida, sujetaba su manto cerrado sobre su rostro, sin dejar abierto más que un candil, una especie de pliegue demasiado saliente, para que pudiera vérsela ni un ojo. La noche empezaba á cerrar densamente obscura. El joven empezaba á aturdirse con lo que le acontecía.

Para Ester era quizás una manera de expresar la pasión de su vida, y por lo tanto de calmarla. Á semejanza de todos los otros goces, rechazó esta pasión como un pecado. Semejante mórbida intervención de la conciencia en cosas de poca monta pudiera muy bien considerarse indicio de una penitencia que no era genuina ni constante, sino más bien algo dudoso, y que en el fondo no era lo que debería ser.

Este exceso de reflexión y este examen de conciencia exagerado son quizá una costumbre mórbida, inevitable en un espíritu de una gran sensibilidad moral, privado de su fuente legítima de actividad exterior y no pudiendo entregarse a los cuidados maternales reclamados por su afecto, inevitable en una mujer de noble corazón cuando no tiene hijos y su condición es muy limitada. «Puedo hacer tan poco; ¿lo habré hecho enteramente bienTal era el pensamiento que volvía perpetuamente.

Había empezado por no tomar a Cristeta más que una mano; después fue subiendo las suyas hasta cogerle la mórbida y delicada carnosidad del brazo, que mostraba desnudo fuera de la manga de la bata, y acabó por dar un golpecillo a la puerta con el pecho, dejándola medio abierta; de suerte que pudo acercarse mucho más a su novia y cogerle amorosamente la cintura, aunque sin oprimírsela con demasiada libertad.

Su mórbida garganta se hinchaba hasta el punto de que parecía no poderla contener la gargantilla de gruesas perlas, con broche de diamantes, qué la ceñía, y la magnífica cruz que pendía de esta gargantilla, se levantaba y descendía á impulsos de la continua dilatación y compresión del casi desnudo seno de doña Catalina; sus hermosas manos cuajadas de cintillos, y sus brazos que dejaban descubiertos hasta la mitad, entre encajes de Flandes, las anchas mangas de su rico traje de brocado blanco, temblaban al hacer el plato á Quevedo.

La madre misma, como si aquella ignominia roja se hubiera grabado profundamente en su cerebro de modo que todas sus ideas revistieran su aspecto, la madre misma había encontrado aquella semejanza, empleando muchas horas de mórbida ingeniosidad en hallar una analogía entre el objeto de su cariño y el emblema de su falta y de su tormento.