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Levantose llena de espanto, y, provista del maléfico cardo, se deslizó hasta la entrada de la cueva; separó la maleza y vio, a unos cincuenta pasos, al loco Yégof que avanzaba a la luz de la Luna; venía solo y gesticulaba, hendiendo el aire con su cetro, como si millares de seres invisibles le rodeasen.

El 1.º de diciembre amanecieron formados en la plaza de la Victoria los cuerpos de línea desembarcados. El gobernador, Dorrego, había tomado la campaña; los unitarios llenaban las avenidas, hendiendo el aire con sus vivas y sus gritos de triunfo.

Lo remontaremos y desembarcaremos en los bosques. ¡Duro con los remos, amigos!: los papúes han advertido nuestras intenciones. Tío dijo Cornelio ; los tenemos ya encima, y podríamos disparar sobre ellos. Todavía no; espérate: ¡Avante! La chalupa volaba, hendiendo impetuosamente las aguas; pero el velero de los papúes le ganaba ventaja. Por fortuna, la costa estaba ya muy cercana.

Siempre que se veían en un aprieto al pelear contra los indios, aparecíaseles el apóstol Santiago en su corcel blanco y luminoso, hendiendo las apretadas huestes cobrizas, lo mismo que en España había desbaratado a los infieles musulmanes. La devoción de aquellos hombres dijo Ojeda ha llenado América de imágenes prodigiosas, tantas o más que en la Península.

No los has visto en una de sus correrías, hendiendo cabezas y sajando cuerpos de hermanos nuestros. ¡Por el filo de mi espada! preferiría darle un abrazo al mismo Belcebú antes que estrechar la mano de uno de esos bergantes, aunque se llame el rey Roberto, ó Douglas el Diablo de Escocia, ó sea el mismísimo condestable Bertrán Duguesclín de Francia.

Cuando las bayonetas se cruzaban, el campo ocupado por nuestra infantería se clareó a trozos; sentimos el crujido de poderosas cureñas, rebotando en el suelo de hoyo en hoyo al arrastre de las mulas, castigadas sin piedad, los cañones de a 12 enfilaron el eje de sus ánimas hacia las líneas enemigas; los botes de metralla penetraron en el bronce; se atacaron con prontitud febril, y un diluvio de puntas de hierro, hendiendo horizontalmente el aire, contuvo la marcha del frente francés.

Un domingo, por exigencias de los arrendatarios, tuvo que ir a su huerto de Alcira, y pasó el día como un desterrado, mirando melancólicamente hacia Valencia y sintiendo un inocente enfurruñamiento contra el sol porque marchaba despacio, retrasando la hora del regreso. Por la noche, ¡con qué placer saltó al andén de la estación, hendiendo a codazos la muchedumbre que obstruía la salida!

Mi mayor placer es poner mi pobre espíritu en contacto con los espíritus excepcionales, sintiendo cómo ellos dotan de alas al mío con sus nobles pensamientos y elevada emoción, produciéndome algo así como la gloria del vuelo y hendiendo con su auxilio las zonas inexploradas de la conciencia y del alma. El escribir es una actividad reciente en .

En tiempo del paso de los gansos silvestres, Marcos Divès se apostaba de ordinario allí, cuando no tenía otra cosa que hacer; y algunas veces, a la caída de la tarde, en el momento en que las bandadas llegaban hendiendo la bruma y describiendo un amplio círculo antes de posarse, el contrabandista mataba dos o tres de aquellas aves, lo cual alegraba mucho a Hexe-Baizel, que siempre se hallaba dispuesta a llevarlas al asador.

Y no nos vestimos así, señores míos, para andar charlando en los cafés y metiendo bulla por las calles, ni imprimiendo papeles que aumenten la desvergüenza e irrespetuosidad del pueblo hacia lo más sagrado, ni para convocar Cortes ni cortijos, ni para echar sermones a lo dómine Lucas, sino para salir por esos campos hendiendo cabezas de filósofos y acuchillando enemigos de la Iglesia y del rey.