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Rafael, sonriendo al poderoso santo como a un amigo de su niñez, pasó el puente y entró en el Arrabal, la ciudad nueva, anchurosa y despejada como si las apretadas casas de la isla, cansadas de la opresión, hubiesen pasado en tropel a la ribera opuesta, esparciéndose con el alborozo y el desorden de colegiales en libertad. El diputado se detuvo en la entrada de la calle donde estaba el Casino.

La inscripción se multiplicaba, unas veces en letras rechonchas y apretadas; otras, en perfiles largos y finitos; algunas, en caracteres diminutos, cual patitas de moscas entrelazadas que se prolongasen en forma de cadeneta.

Sonaban los pianos en atropellada melodía, matizando sus escalas con golpes de timbre; bailaban las parejas, dándose dos vueltas de vals en mitad de la comida; giraban los toldos de los «tíos-vivos» con sus caballitos y carrozas infantiles; asomaban con rítmica aparición por encima de los tejados los verdes esquifes de los columpios, con mujeres de pie agarradas a las cuerdas, chillando como gallinas, las faldas apretadas entre los muslos; y sobre el fondo azul del cielo, la percalina roja y oro de las banderas aleteaba en un ambiente de aceite frito y sebo derretido.

Leonora, de pie junto a un viejo naranjo, volviendo la espalda a Rafael, buscaba entre las apretadas ramas, empinándose sobre las puntas de los pies, balanceando las arrogantes y graciosas curvas de su robustez esbelta. Mañana me voy dijo el joven con desaliento. Leonora se volvió. Había cogido una naranja y abría su piel con las sonrosadas y largas uñas. ¿Mañana? dijo sonriente.

Se sonaba, no obstante, en el lugar que el verdadero objeto del amor de Currito era la maestra doña Ramona, la cual no había cumplido aún cuarenta años, estaba colorada y sana, y por los bríos y robustez de sus frescas y apretadas carnes era una bendición de Dios y daba gloria verla.

No falta quien diga que la conversion de este judío á la fe de Cristo, fué conseguida por las predicaciones de San Vicente Ferrer, que ya corria en tal sazon por las ciudades de España, destruyendo la lei de Moisés no con discursos que incitasen á los pueblos á motines i sediciones contra los malaventurados judíos, como solia hacer el famoso arcediano de Ecija en Sevilla, sino llevándolos al camino de la verdad por buenas palabras, por vivas i apretadas razones, i por pláticas cortadas á la medida del Evangelio.

¡Oh, no, no, no!... ¡Imposible que figurara aquel nombre en aquella carta!... Borrólo, pues, con apretadas y menudas tachaduras, para que no pudiera entenderse, y puso en su lugar el marqués de Butrón... El marqués de Butrón le había asegurado que no tardaría un año, y prometido para entonces un porvenir brillantísimo.

Fuese luego encendiendo la guerra entre Roberto y Fadrique, y Roger acreditose en ella con importantes servicios, socorriendo diversas veces plazas apretadas del enemigo, y con la pequeña armada, que llevaba á su cargo, impidiendo la libre navegacion de los mares y costas de Nápoles, con que llegó á ser Vicealmirante, y en menos de tres años hizo cosas tan señaladas, que fué una de las mas principales causas de conservar á su Príncipe en Sicilia, alcanzando juntamente para nombre inmortal, y riquezas mas que de vasallo.

Es así que ni el escalpelo ni el microscopio habían tropezado jamás con el alma ni con un Ser Supremo; luego, etc. Esta inclinación al análisis despertó en su inteligencia poderosa una tendencia razonadora de tal precisión que ni el más pequeño argumento podía escaparse entre sus apretadas mallas.

Pronto notaron todos los vecinos, cundiendo la noticia por el resto de la población, las constantes visitas nocturnas de don Paco; pero como Antoñuelo solía ir también, y entre don Paco y Juanita había tan grande desproporción de edad, la gente murmuradora lo explicó todo suponiendo que Antoñuelo era novio de Juanita, y que don Paco tenía o trataba de tener relaciones amorosas con la madre, la cual, a pesar de sus cuarenta y cinco años y de los muchos trabajos y disgustos que había pasado en esta vida, apenas tenía canas, y estaba ágil, esbelta, y aunque de pocas, de bien puestas, frescas, apretadas y al parecer jugosas carnes.