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Eran atlots que se aucaban en la obscuridad, guiándose por el sonido de sus gritos tal vez para reconocerse y reunirse, tal vez para pelear, siendo el grito un llamamiento de desafío. Era probable que tras el aucamiento sonase una detonación. ¡Cosas de jóvenes y de la noche!... ¡Adelante! Con los de casa no iba nada.

Este pozo no tenía agua salobre, pero era porque estaba completamente seco... Y se habían visto obligados á seguir avanzando á través de una llanura siempre inmensa, siempre igual, guiándose por la brújula y sufriendo una sed de náufragos, que les hacía marchar con la boca jadeante, los ojos desorbitados y una expresión de locura en ellos.

Rafael se estremeció en los brazos de su amante como si despertase. Debe ser tarde. ¿Cuántas horas estamos aquí? , muy tarde contestó Leonora con tristeza. Las horas de placer van siempre al galope. La obscuridad era densa: había desaparecido la luna. Cogidos de la mano, guiándose a tientas, llegaron a la barca y el chapoteo de los remos comenzó a sonar río arriba sobre la negra corriente.

Una vez en París, Desnoyers se sintió desorientado. Embrollaba los nombres de las calles y proponía visitas á edificios desaparecidos mucho antes. Todas sus iniciativas para alardear de buen conocedor iban acompañadas de fracasos. Sus hijos, guiándose por recientes lecturas, conocían París mejor que él. Se consideraba un extranjero en su patria.

Para ejercer sus funciones de la manera conveniente, es necesario que esté en incesante comunicacion con su propio cuerpo y con los que le rodean, teniendo la intuicion sensible de las relaciones corpóreas, siendo avisada por el dolor de cualquier desórden que en su cuerpo ocurra, y guiándose por el sentimiento del placer, como por un instinto que dirigido y templado por la razon, puede indicarle lo provechoso ó lo necesario.

Los dos muchachos se pasaron las carabinas a la espalda a modo de bandolera, y, dejando a la izquierda el valle del Brocque, Schirmeck y Framont, subieron la empinada cuesta del Hengsbach, que domina, a una distancia de dos leguas, al pequeño Donon; bajaron por la falda opuesta, sin seguir ningún sendero en la nieve, guiándose sólo por las cimas para cortar terreno.

¿Yo qué ? contestaba el rústico. Y guiándose por las palabras incomprensibles de la doncella, añadía con gran convicción: Será alguna fransesa... Una fransesa rica. Volvió Rafael a seguir con la vista las dos sombrillas que descendían la pendiente como insectos de colores. Disminuían rápidamente.

Y el juez, a cada momento más impresionado al ver que la fisonomía moral del joven era muy distinta de la que él le había atribuido guiándose de sus propios recuerdos y de la reputación que aquél tenía, examinaba mentalmente la eficacia de la prueba moral que por fin precisaba el acusador. Si era cierto lo que decía, si la muerta le había amado, la acusación parecía ya menos improbable.

Después empezó un examen de doctrina, y le hizo varias preguntas morales y teológicas, á que contestó Clara con sencillez, guiándose por lo poco que sabía positivamente y por lo que su buen sentido le sugería. Pero es el caso que á doña Paulita siempre le parecían mal las respuestas de su discípula.

Sólo reanudaba su marcha con la luz del sol, para ir guiándose por las señales que le habían indicado, evitando el perderse en esta tierra monótona, sin árboles, sin casas, sin ríos, que le pudiesen servir de punto de orientación. Lo que más le preocupaba era la posibilidad de que se levantase de pronto uno de los terribles vientos glaciales que barren la Puna.