United States or Guam ? Vote for the TOP Country of the Week !


Sobresaltado, de delicias lleno, á la presion de los amantes brazos, á la desdicha y al temor ajeno, su corazon del palpitante seno pugnaba por saltar roto en pedazos. La rica, la opulenta pedrería que su garganta deliciosa ornaba y que la luna con envidia heria, con ménos esplendor resplandecia que el que en sus negros ojos fulguraba.

Y dirigiéndose al mozo agregó: Te vas con el señor. Media hora después íbamos, y a buen paso, camino de Villaverde. La noche estaba obscura. Allá en el corazón de la Sierra fulguraba lejana tempestad. Oíanse truenos lejanos, muy lejanos, y de cuando en cuando, a la luz de los relámpagos, descubríamos las cimas de los montes más distantes. El cielo parecía envuelto en una red de rayos.

Narcisa, impasible y majestuosa, presidía la escena como un juez severo, asistiendo con gestos de indignación a los desatinados discursos de su madre, mientras Julio, que había acudido sañudo y acechante al umbral de la puerta, fulguraba sobre la trémula niña su mirada monstruosa, y oyendo buhar y maldecir a las dos mujeres, toda su mezquina figura se estremecía de satánico gozo....

No ha de extrañarse que todo esto se viera en las miradas de Clarita. Eran miradas transparentes, en cuyo fondo fulguraba el alma como diamante purísimo que por maravilla ardiese con luz propia en el seno de un mar tranquilo. El Comendador estuvo un rato observando aquella escena muda, y se convenció de que ni Doña Blanca ni D. Valentín recelaban nada de los amores de la niña.

Orión fulguraba espléndido; Sirio brillaba apacible como una lágrima de oro; Aldebarán ardía purpúreo; la cerúlea Capella parpadeaba melancólica, y allá por el Sud, joya sin par de las regiones australes, resplandecía Canopo con irradiaciones azules, blancas y rojas.

Estos rayos de luz fría y difusa hacían aún más densas las tinieblas. En su marcha, sacaban de la obscuridad aquí una capilla, más allá una lápida sepulcral o el relieve de una pilastra. El gran Cristo que corona la reja del altar mayor fulguraba sobre el fondo de sombra con el brillo del oro viejo, como una aparición milagrosa que flotase en el espacio entre un nimbo de luz.

¡Mátame! ¡Seré suya hasta la tumba! ¡Cállate, o te mato! ¡Hasta la tumba! No hay uno solo de mis pensamientos, ni un latido de mi corazón, ni un movimiento de mi alma, ni una fibra de mis carnes, que no sea suya... Yo alcé el arma. La mirada fulguraba, su voz cantaba: En la vida, hasta más allá de la muerte, de él solo... El tiro partió...

Noté que cambiaba de color y en vez de contestar a su mirada tranquila mis ojos se detuvieron torpemente sobre un lazo de diamantes que fulguraba en lo alto del cuerpo escotado. Un instante estuvimos frente a frente, ella cortada, yo turbadísimo. Seguramente nadie sospechó el rápido cambio de impresiones que nos advirtió a los dos que habían sido heridos delicados pudores.

Después de la corbata, que afectaba cierto desaliño, lo que más descollaba era la boca, donde en un tiempo moraron todas las gracias, y ahora no quedaba ni un diente; y la nariz hubiera sido lo más inverosímil de aquel rostro si no ocuparan el primer lugar unos espejuelos voluminosos tras los cuales el ojo perspicaz y certero del crítico fulguraba.

Concertado su matrimonio, enamorose perdidamente del príncipe. Su amor fulguraba y la enceguía como el sol. Por eso se forjó otra vez ilusiones, a pesar de su experiencia.