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Con este ánimo iba; pero quedé atónito al ver en Turquía muchos mas templos cristianos que en la isla donde habia nacido, y hasta crecidas congregaciones de frayles, á quienes dexaban en paz rezar á la virgen María, y maldecir á Mahoma, unos en griego, otros en latin, y otros en armenio. ¡Qué honrada gente son los Turcos! exclamé.

Por la noche, cuando el barrio quedó tranquilo y se supo la verdad de lo ocurrido, viendo el hecho en todo su horror, el héroe no daba paz a la lengua para maldecir a aquel indolente Gobierno, que tales crímenes había permitido, si no por expreso consentimiento, por pereza y descuido casi tan execrables como el consentimiento mismo.

Juraba no volver más; empleaba una larga noche de insomnio en maldecir al autor de su suplicio, y al día siguiente corría a casa de su verdugo con una impaciencia senil. Toda su inteligencia, toda su voluntad, todos sus vicios se habían absorbido y confundido en aquella pasión única. No era ya ni marido, ni padre, ni hombre, ni caballero; era sencillamente el juguete de la señora Chermidy.

Curábale su esposa con amor, aunque no sin gritos, pues el maldecir a la marina y a los navegantes era en su boca tan habitual como los dulces nombres de Jesús y María en boca de un devoto.

839 "Debés maldecir", me dijo, "A todos tus conocidos; ansina el que te ha ofendido pronto estará decubierto, y deben ser maldecidos tanto vivos como muertos." 840 Y me recetó un hincao en un trapo de la viuda, frente a una planta de ruda, hiciera mis horaciones, diciendo: "No tengás duda; eso cura las pasiones."

Se puede gemir, lamentar maldecir, revolverse contra el buen sentido; pero combatir contra la verdad, ¿para qué? Sorege tiene razón, miss Maud, dijo fríamente Tragomer. Lo comprendo tan bien que mis convicciones son enteramente platónicas. Si hubiera algo que hacer, ya lo hubiera intentado, esté usted segura. Precisamente porque todo lo creo inútil he tomado el partido de viajar para distraerme.

Y si el respeto á la justicia no fuese la piedra angular de la sociedad iríamos á parar en la anarquía. Por eso es imposible admitir que la justicia se engañe. El litigante que sucumbe después de agotar todos los medios del procedimiento, tiene veinticuatro horas para maldecir á los jueces; después debe someterse.

Todos ardían en el santo entusiasmo de la maledicencia. Los que venían de las aldeas y pueblos de pesca, traían hambre de cuentos y chismes; la soledad del campo les había abierto el apetito de la murmuración; por aquellas montañas y valles de la provincia, ¿de quién se iba a maldecir? «¡Su Vetusta querida! Oh, no hay como los centros de civilización para despellejar cómodamente al prójimo.

Narcisa, impasible y majestuosa, presidía la escena como un juez severo, asistiendo con gestos de indignación a los desatinados discursos de su madre, mientras Julio, que había acudido sañudo y acechante al umbral de la puerta, fulguraba sobre la trémula niña su mirada monstruosa, y oyendo buhar y maldecir a las dos mujeres, toda su mezquina figura se estremecía de satánico gozo....

Quien lo poseía era señor del universo, dueño absoluto de todas las riquezas; pero para conquistarlo había que maldecir el amor, renunciar a él eternamente. Y el amor, Maltrana, y otros sentimientos, valen más que un tesoro. Yo soy pobre y marcho en busca del dinero porque veo en él una garantía de seguridad y de reposo para ocuparme tranquilamente en otras empresas de mi gusto.