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Con mucho gusto, aunque eres un compañero peligroso con tu musculatura y tu aspecto de vigor... Estos primitivos de América tienen un culto por la fuerza... Tragomer observaba á Sorege con todas sus facultades; escuchaba las entonaciones de su voz y espiaba los movimientos de su cara. Nada acusaba agitación en el conde, excepto un pequeño temblor de la boca, que podía ser nervioso.

Y la voz del bufón al pronunciar estas palabras, era ronca, opaca, casi imperceptible, y á pesar de esto, era poderosa y marcaba todas las entonaciones, todas las gradaciones de la pasión. Dorotea le escuchaba muda, aterrada, dominada por aquella pasión viva. Oye, la dijo el bufón : yo amo.

Con voz tierna, cuyas entonaciones musicales eran destinadas a dulcificar la significación de las palabras, como una buena salsa disimula un mal manjar, dijo: Tiene usted razón, María Teresa, de preocuparse únicamente de la salud del señor de Chanzelles. ¿Qué importa lo demás al lado de eso? Sabremos esperar con paciencia días mejores; seguiremos de novios un año... dos años si es necesario.

Procuró serenarse recogiéndose hacia las orejas los rizos que se le habían deshecho y con voz que en sus dulces o enérgicas entonaciones reflejaba la índole de sus recuerdos e impresiones, dijo: ¡Tiene usted razón! ¡Pobre padre mío! ¡Qué hombre! ¿Se acuerda usted de la quiebra? ¿De la comida que hicimos el día de los pagos?

Solamente sus cabellos castaños, espesos y ligeramente rizados, recordaban un poco la opulenta cabellera de la señora Miguelina. El tono de su voz era algo brusco y áspero, aspereza de manzana silvestre que no se dulcificaba un poco sino cuando contestaba a las preguntas de la señora Liénard. Con ella tomaba súbitamente su voz entonaciones afables, casi tiernas.

El mapa espiritual del universo de aquella época era como un plano de diferentes colores, en donde se apreciaban no sólo las entonaciones fuertes, sino los más ligeros matices. Hoy, estos matices se pierden; el mundo lleva el camino de confundir y borrar sus colores.

Como que llegó a tomarle como piedra de toque de la ley de su elocuencia, ensayando con él, bajo el disfraz de motivos de tres al cuarto, por salvar las convenientes distancias jerárquicas, entonaciones, actitudes y arranques que pensaba ostentar, en toda su verdadera aplicación y pompa, en el teatro de sus hazañas políticas.

En efecto, mientras escuchaba a Martholl decirle, con su voz de entonaciones rebuscadas, las cosas amables y triviales que acostumbraba, el recuerdo de un semblante de rasgos demacrados, de expresión angustiada y ardiente, hería su espíritu de una manera singular.

¡Ay, aquel mugido de volcán intermitente, aquel bramar de olas lejanas, cortado de vez en cuando por pausas de trágico silencio!... Carmen se imaginaba estar presenciando la corrida invisible. Adivinaba por las diversas entonaciones de los ruidos de la plaza el curso de la tragedia que se desarrollaba en su redondel.

Recordaba curiosas similitudes de gusto, la paridad de ciertas entonaciones, de ciertos gestos; comentaba también la conducta extraña, el espanto y las angustias de la señora Miguelina, y se extrañaba ahora de no haber sentido antes más viva inquietud.