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No me respondáis; no hablemos más de eso. Quiero dejaros muy tranquila, bien calmada. ¿Despachasteis a Annie?... ¿Queréis que esta noche también os desnude y os acueste vuestra mamá, como antes? , quiero. ¿Y cuando estéis acostada, me prometeréis ser buena? Buena, como una santa. ¿Y haréis todo lo posible por dormiros? Todo lo que pueda... ¿Con mucho juicio, sin pensar en nada?

Cuando usted guste. ¿Es necesario que me desnude? Sería mejor. Aquí no hace frío.

...y el marqués me dijo: «Ahora te toca á ti, Toledo; á ver cómo cargas á la bayonetaEntonces, yo desnudé el sable, y á la cabeza de mi regimiento... Es un verdadero soldado interrumpió la princesa . Un digno compañero de mi héroe... El marqués me habló muchas veces de él. Y estaba segura en aquel momento de haber oído contar al taciturno Saldaña las proezas de su ayudante de campo.

Estas cartas, antes de romper la nema de sus sobrecitos perfumados, me producen una inquietud semejante á la que en la adolescencia nos causaban los billetitos amorosos; pero más alquitarada, más refinadamente egoísta. «Me admira pienso y como me admira, me quiere algo; que yo, en mis libros, desnudé mi alma, y «Ella» la encontró hermosa...»

Salía yo de una casa, pero como la hora era alta y la noche lóbrega y el barrio apartado, desnudé la daga... me previne... á los pocos pasos tropiezo, caigo, y me encuentro sobre un cuerpo humano, y con la justicia encima, que viéndome con la daga desnuda y sobre un difunto, me toma por un homicida, y me prende. Decidme, señor Francisco preguntó Cosme Aldaba , ¿llevábais vos la daga de punta?

Sin poder resistir la tentación, y compelido por la misteriosa atracción del mar, cuyo elocuente rumor me ha parecido siempre, no por qué, una voz que solicita dulcemente en la bonanza, o llama con imperiosa cólera en la tempestad, me desnudé a toda prisa y me lancé en él como quien se arroja en los brazos de una persona querida.

Me desnudé del estrecho egoísmo y arrojé lejos de el amor propio sin anhelar ya gozarle complacido y sin el temor ya de sufrirle lastimado. Conforme hubiera estado desde entonces mi voluntad, con la voluntad del Altísimo, si un obstáculo, que me pareció insuperable, no se hubiera opuesto. Con este obstáculo he tenido que trabar tremenda lucha.

Y, en resolución, antes dormiré vestido que consentir que nadie me desnude.

Mientras regresábamos al Pavol, yo me decía: No es cierto, estoy segura de que no es cierto. ¿A qué afligirme tanto? Con todo, me desnudé llorando y con el presentimiento de que una gran desgracia se cernía sobre .

Cuando llegó la hora de acostarse, fuime hacia el cuarto, me desnudé y me metí en la cama. Poco después de estar allí, cuando aún no me había dormido, llegó el intruso. Fingí que dormía para no saludarle. A la mañana siguiente levanteme temprano y fui a misa, según costumbre.