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Luego añadió, señalando al de la puñalada al queso: Este se ve aquí por sinvergüenza. Su padre es rico, y él le ha robado, ha empeñado cosas de su casa, se ha escapado con mujeres. Aún no tiene catorce años. Su familia, para que se corrija, le ha metido en esta escuela de moralidad y buenas costumbres.

Yo no puedo ir: creo que me lo comería, que le haría pedazos si le viese... tienes otra labia; él te respeta y te hará más caso. Sermonéale; si ha caído, al menos que se corrija y se arrepienta. Grandes criminales he visto que acabaron como personas honradas. Y... aquí titubeó y si conoces al escribano que tiene la causa o alguna otra persona que pueda influir, hazlo por Dios.

Si algo censuro yo en usted, no para que se retraiga de escribir, sino para que siga escribiendo y se corrija, es el pesimismo tétrico, que más que por sentirlo adopta usted por moda: pesimismo, que en nuestro siglo de menos fe que los siglos pasados, tiene la desesperación por término y no aquel fin divino, ultramundano y dichoso que ponían en sus dramas, poemas, leyendas y demás escritos, autores como Calderón a quien ya hemos citado. ¿Qué importa que el mundo sea, no solo valle de lágrimas, sino tenebrosa caverna de infamias y de maldades, si así resplandece más, venciéndolo, dominándolo y hasta perdonándolo todo,

No llores, niña dijo Salomé: esos sentimientos que manifiestas por tu bienhechor son saludables; pero ¿de qué valen esas lágrimas tardías, después de haber abusado de su bondad, poniendo en peligro la dignidad de su casa? ¡Yo, señora! exclamó Clara con asombro. , usted afirmó doña Paz; pero la juventud está desmoralizada: no me admira. Esperamos, sin embargo, que usted se corrija.

Si es verdad dijo Salomé con desdén y cierta fatuidad: es preciso que usted se corrija. Esta casa, niña, impone al que la habita, deberes muy sagrados. Estas ideas del día añadió Paz, lo invaden todo, niña. No extraño que le haya alcanzado á usted su influencia pestilencial. Ya no hay religión: los hombres corren desenfrenados á su ruina; y si Dios no se apiada, se acabará el mundo.

Pero, como el deseo solo no es suficiente para mejorar las cosas si no se proponen los medios de conseguirlo, para que vistos y examinados pueda ponerlos en ejecución quien tiene facultad para ello, nada o muy poco habría yo adelantado con poner en la consideración de usted todos los males que padece esta provincia y causas de que se originan; y así me considero en la obligación de formar un plan o reglamento de nuevo gobierno, acomodado a las circunstancias del país y sus naturales, para que, examinándolo la perspicacia de usted, con el conocimiento e instrucción que le acompaña, lo corrija y reforme en los términos que le parezca; y si, después de corregido e ilustrado, conociese usted que puede ponerse en manos de la superioridad, podrá darle el giro que crea será útil y conveniente a los fines a que se dirige.

Sólo le queda una pequeña suma, con la cual soborna al carcelero y escapa de su prisión, contrayendo amistad con una alcahueta, que le facilita la entrada en casa de una bella, llamada Alcana. Felicero, que pierde la esperanza de que se corrija su señor, retírase á un desierto para hacerse ermitaño.

Es verdad. Cuénteme usted. Yo quiero que usted se corrija. Tal vez la falta es mucho menos grave de lo que usted mismo piensa. Tal vez no pasa de ser una ligereza trivial dijo con más ansiedad é interés Paula. Dígame usted; yo le daré consejos.... Cuénteme usted.

Ejemplo desto tenemos en don Diego Ordóñez de Lara, que retó a todo el pueblo zamorano, porque ignoraba que solo Vellido Dolfos había cometido la traición de matar a su rey; y así, retó a todos, y a todos tocaba la venganza y la respuesta; aunque bien es verdad que el señor don Diego anduvo algo demasiado, y aun pasó muy adelante de los límites del reto, porque no tenía para qué retar a los muertos, a las aguas, ni a los panes, ni a los que estaban por nacer, ni a las otras menudencias que allí se declaran; pero, ¡vaya!, pues cuando la cólera sale de madre, no tiene la lengua padre, ayo ni freno que la corrija.

Por esto son tan comunes las malas poesías, y tan abundantes, que tan facil es tropezar con los malos Poetas, como con langostas: vicio que ya reprehendió con agudeza el ingenioso D. FRANCISCO DE QUEVEDO, y no hay esperanza de que se corrija si no se estudia muy de propósito la verdadera Lógica, y se hacen los hombres á no fiarse de las apariencias de los sentidos, y á consultar siempre la razon.