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Por algunas palabras oídas a los carceleros, pudo ir siguiendo las fluctuaciones de su suerte. Tan pronto se veía conducido con todos sus compañeros de infortunio a los presidios de África, como le auguraban la inmediata libertad o le profetizaban el fusilamiento en masa. Cuando salió, después de dos años, del tétrico castillo, fue para embarcarse con todos sus compañeros de emigración forzosa.

El silencio era tétrico, el tiempo pasaba con lentitud, medido por el chisporroteo del candil y por un clamor ya exhausto, que más se parecía al aullido del animal espirante que a la queja humana. Media noche era por filo cuando Chinto entró acompañado del médico.

En la antesala, una sombra siniestra se dobló, tal vez en reverencia de irónica despedida, tal vez al peso de una maldición secreta. Y en el patio enlosado y en el corral, abierto a una pálida luna recién nacida, se percibía un rumor cauteloso y tétrico, como de cipresal mecido por un hálito de muerte.... Qué alegre sonó el golpazo postrero de la puerta roja detrás de los dos viajeros!

Aquel carácter tétrico, compuesto de orgullo y tenacidad, endurecido más por el tedio, la desconfianza y la lesión hepática, necesitaba manifestarse en una acción propia y libre. La disciplina había concluido para él. Sonaba en la historia la trompeta lúgubre de las guerrillas. El feroz soldado de partidas la oía resonar en su alma solitaria y sombría, y marchaba sin saber adonde ni por donde.

Por la estrecha ventana veo un patio con el brocal de un pozo desgastado, y en las paredes, empotradas, cuatro o seis columnas con capiteles dóricos. Llegan los postres. Este silencio tétrico en este casón vetusto antiguo convento , después de esta comida intragable, me apesadumbra y enerva.

Sonriose Artegui una vez más, y la niña reparó cuán de perlas caía la sonrisa en aquel rostro, apagado y tétrico de ordinario. Era como la aurora cuando pinta de rosa los pardos montes; como el rayo del sol cuando rasga los crespones de un día brumoso.

No hay en el himno esta contraposición entre el placer ruin é incompleto de la tierra y la infinita aspiración del alma; pero hay algo más tétrico; algo que se deplora en todos los naturalistas, ya escriban en prosa, ya en verso: lo mismo en Zola que en Rollinat.

Pero cada día era mayor la repugnancia de Anita a pisar la calle; la humedad le daba horror, la tenía encogida, envuelta en un mantón, al lado de la chimenea monumental del comedor tétrico, horas y horas, de día y de noche. Don Víctor no paraba en casa. Si no estaba de caza, entraba y salía, pero sin detenerse; apenas se detenía en su despacho. Le había tomado cierto miedo.

En el borde de un hoyo, los unos cerca de los otros, yacían liebres de rojo pelo y conejillos grises de cola blanca, con las patitas juntas por la muerte, en actitud de implorar misericordia, y con ojos empañados como si llorasen; además, perdices rojas, machos de perdiz grises, con la herradura como mi camarada, y perdigoncillos de aquel año que, como yo, tenían todavía pelusa debajo de las plumas. ¿Hay nada más tétrico que una ave muerta? ¡ Las alas son tan vivas!

Confieso que yo también quisiera ser Rey por doce horas. Pero cuidado, Raséndil, con tomar su papel muy por lo serio. No me admira que Miguel el Negro pareciese hoy más negro y tétrico que nunca, visto que usted y la Princesa parecían tener tantas cosas que decirse. ¡Qué hermosa es! exclamé. Prescindamos de ella dijo Sarto. ¿Está usted pronto a partir? contesté con un suspiro.