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Alterándolo y mudándolo todo, con varios a modo de dictadores, cambiando a cada momento constituciones y leyes orgánicas, soltando reformas administrativas, cuya recopilación requiere enorme multitud de volúmenes, y haciendo revoluciones y pronunciamientos a cada paso, hemos andado durante todo el siglo XIX, y harto se ve y se deplora lo poco medrados y menos lucidos que hemos llegado al XX. ¿Para qué, pues, nueva revolución, aunque el Sr.

Al comienzo de este diálogo, el maestro se dispone a colocar una hoja de espada en una empuñadura; deplora, en tanto que canturrea, la tristeza de estos tiempos, en que nadie se bate y en que no se concede atención al noble arte de las armas; solamente tiene como discípulos a los antiguos concurrentes a la sala, que combaten la gota o la arterioesclerosis. ¡La guerra ha matado al duelo, lo mismo que mató a la conversación!

Burlando burlando desgarra él mismo su obra; se deplora que así lo haga, pero con un pincel poético, que se asemeja á una varita mágica, evoca en un instante á nuestra vista un nuevo edificio más bello que el anterior; nos arrebata en sus escenas, más seductoras la una que la otra, y de placer en placer y de sorpresa en sorpresa, nos obliga, contra nuestra voluntad, en vez de irritarnos contra él, á agradecerle el goce que nos proporciona.

Con o sin razón, mucha gente deplora la hegemonía del inglés en el internet. Al principio era imprescindible, ya que el internet nació en los Estados Unidos y se desarrolló primero en Norteamérica antes de extenderse al mundo entero. En 1997, ya se observa que muchos idiomas están representados. Su presencia depende del dinamismo de cada comunidad lingüística.

No hay en el himno esta contraposición entre el placer ruin é incompleto de la tierra y la infinita aspiración del alma; pero hay algo más tétrico; algo que se deplora en todos los naturalistas, ya escriban en prosa, ya en verso: lo mismo en Zola que en Rollinat.

Hace con Sancho distintas pruebas para experimentar su valor; demuéstranlo todas, y el anciano se regocija, no dudando ya de la osadía de su nieto; descúbrele su nacimiento y la obligación en que se halla por su parentesco con un anciano sin honra; Sancho deplora la necesidad en que se ve de renunciar al amor de Sol, á quien mira ya como á su hermana, pero se alegra de saber que corre en sus venas noble sangre, y arde en deseos de castigar al insolente Payo de Bivar.

El libro del señor Cané, es, en apariencia, una sencilla relación de viaje. Dedica sucesivamente seis capítulos a la travesía de Buenos Aires a Burdeos, a su estadía en París y en Londres, y a la navegación desde Saint-Nazaire a La Guayra. Entonces, en un capítulo cuya demasiada brevedad se deplora habla de Venezuela, pero más de su pasado que de su presente.

Tragomer no se había equivocado; es ella... Pero se conoce en su cara la huella de los remordimientos. Á despecho de su belleza, siempre brillante, esa mujer sufre, estoy seguro. No qué vértigo la arrebató en el momento de cometer la acción atroz de que yo he sido responsable, pero estoy cierto de que la deplora y acaso esté dispuesta á repararla.

En este punto de la situación económica, ya no entra por nada la fantasía del Barón. La pura verdad acude en su abono y le concede justa alabanza. El Barón es un prodigio de arreglo y de economía. No disimula su pobreza, pero tampoco la deplora. En los círculos más elegantes se presenta siempre con el decoro propio de su clase. No juega, ni bebe.

Muchos lo hacen; se les oye con gusto, pero se deplora el tiempo perdido para la tramitación de los asuntos de interés general.