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Cuando la cabalgata se alejó de allí, don Simón no pudo menos de decir a don Celso, con desencanto: Si éste es de los que me apoyan en el distrito, ¿cómo serán los que me combaten? ¿Qué puedo prometerme de los dudosos? No haga usted caso de palabras ni de semblantes, señor don Simón respondió don Celso . Ese hombre, como usted le ve, donde pone la intención mete la cabeza.

1 Y dieron aviso a David, diciendo: He aquí que los filisteos combaten a Keila, y roban las eras. 2 Y David consultó al SE

29 y vendrán los caldeos que combaten esta ciudad, y encenderán esta ciudad a fuego, y la abrasarán, asimismo las casas sobre cuyas azoteas ofrecieron perfumes a Baal y derramaron libaciones a dioses ajenos, para provocarme a ira.

Los marinos, con Jerez combaten el escorbuto, y los santos misioneros han reducido con él en Australia los casos de anemia ocasionados por el clima y los sufrimientos... ¿Cómo, señores, no ha de realizar tales prodigios un vino de Jerez de buena y genuina procedencia?

De esta suerte el espectador conoce el secreto de los partidos que se combaten, y no sólo sabe sus propósitos, sino los móviles que los inducen á obrar; y colocado en el foco de estos manejos, participa de sus temores y esperanzas, alegrías y dolores, y sin embargo, en más elevada situación, contempla desde ésta con ojos imparciales sus pasiones y mudanzas de ánimo.

En el centro de ese campo donde combaten huestes tan opuestas, los independientes, antiguos liberales, se han segregado de la masa, procurando encontrar, al abrigo de la moderación en las ideas, un modus vivendi razonable para la colectividad.

Al hacerte mío, completamente y para siempre mío, perderías el valer, el encanto y el mérito que me lleva a desearte como mío para siempre. Harto comprenderás por lo que te indico los encontrados anhelos que combaten dentro de mi alma.

El grito de "Dios y Patria" ruje la hueste de Iberia, y al punto hacia el enemigo emprende veloz carrera estremeciéndose, altiva y feroz, con la soberbia de leones irritados que sacuden las melenas; los alaridos del indio turban la región serena del aire, y la muchedumbre de los contrarios, inquieta, en sinuosas oleadas agítase, a la manera con que a los ojos se ofrecen las ondas altas y lejas, o las mieses que combaten los vientos de la pradera.

Ruje de los arcabuces la detonación siniestra y ante sus fuegos los indios de vacilación dan muestra; más, prestos, cual si escuchasen amenazadora arenga, con nuevo aliento sacuden la momentánea tibieza, y los que detrás combaten cierran sin temor las brechas en que rompe el plomo hirviente las avanzadas hileras, y no cede de los indios la pertinaz resistencia, y van pasando las horas, y aquella humana barrera si cien veces viene al suelo otras cien se alza más recia.

Y estos millones y millones de hombres que sostienen la existencia de la sociedad, que combaten por ella con las fuerzas de la Naturaleza ciegas y crueles, que todas las mañanas vuelven a la lucha, viendo en este monótono y continuo sacrificio la única misión de su existencia, forman la inmensa familia de los asalariados, viviendo de las sobras de una minoría privilegiada/ contentándose para subsistir con pequeñísimas cantidades de lo que aquélla desprecia, y sometida a un tipo remunerador siempre el más bajo, sin esperanza de ahorro y de emancipación.