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Actualizado: 19 de junio de 2025


Valles sin lindes, mares sin riberas, cavernas, bosques densos y titánicos, montañas que a los cielos desafían y hunden la base en insondables lagos, en lagos insondables siempre mudos de misteriosos bordes escarpados, gélidos lagos, cuyas muertas aguas un Cielo copian tétrico y extraño.

Y conforme avanzaba la corrida, la mayoría del público contagiábase del aburrimiento del espectáculo, y hasta los del tendido de sol, si no por repugnancia por fastidio, callaban, dejando que los lances en la arena se desarrollasen en medio de un tétrico silencio, como si desearan no provocar incidentes para que la lidia terminase cuanto antes.

Era indudable que yo había llegado a querer de veras a mi tío: a la vista estaba lo que me dolía la gravedad de su estado y el peligro en que se hallaba de quedársenos entre las manos a la hora menos pensada; y, sin embargo, la perspectiva de aquella serie de días de cama, impuesta por el médico al enfermo, con la sujeción a que me obligaba esta medida, en el menguado y tétrico recinto de aquella alcoba, y la tenaz y espesa nevada que tenía el cielo en tinieblas, la tierra sin suelo en que pisar y encarcelados a sus habitadores, me preocupaba y me dolía ¡a qué negarlo! mucho más.

Este segundo sentimiento predominaba en el alma de Fray Miguel y le ponía más tétrico y silencioso.

Y mientras esperaba la llegada de los prusianos, paseábase con su uniforme de gala a través de los tres largos salones que el Rey le había concedido en el jardín de la corte, especie de Palais-Royal más verde y tétrico que el francés, rodeado de claustrales muros pintados al fresco.

El destino, en medio del deleite y de la gloria de ellos, los lleva a trágica muerte, pero en esta misma muerte trágica hay poco de tétrico y de sombrío, sino que hay algo de triunfo. Allí se ve el más alto extremo de lo que el Sr. Menéndez y Pelayo en otro reciente escrito suyo, sobre la Propaladia de Torres Naharro, llama la triunfante alegría del renacimiento español.

La casa, un poco sombría por el abandono del conde, el humor tétrico de la tía Etelvina y el carácter débil de Isabel, había cambiado notablemente de aspecto. Estaba ahora riente, sonora, gozosa, merced al ambiente de franqueza y alegría que mi adorada esparcía en torno suyo. El conde paraba más tiempo en casa.

Proseguía el hervor de la imaginación sobrexcitada: miró por la ventana, y el paisaje le pareció tétrico y siniestro; verdad es que entoldaban la bóveda celeste nubarrones de plomo con reflejos lívidos, y que el viento, sordo unas veces y sibilante otras, doblaba los árboles con ráfagas repentinas.

Soy muy claro. El señor Joaquín se puso más tétrico aún. ¡Por vida de la Constitución! ¡Qué aprieto y qué compromiso es para un padre!... Tener hijas concluyó el jesuita con su vaga sonrisa, adelantando el belfo labio, en mueca de benévolo desdén.

Fue poco a poco acrecentándose el ruido de la charla y desatándose las lenguas, por donde rebosaba ya la abundancia del corazón. El que, merced a su ancianidad venerable, podía ser llamado patriarca, sonreía, aprobaba, estaba de acuerdo con todo el mundo, mientras el delegado tétrico y ceñudo se las componía lo mejor posible para disputar.

Palabra del Dia

vorsado

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