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Limitándonos sólo al teatro, Goethe compuso dramas históricos como Egmont, Goetz y Tasso, comedias sentimentales, como Clavijo; comedias aristofánicas; tragedias a la griega como Ifigenia; farsas; algo semejante a lo que llamamos por aquí zarzuelas; comedias satírico-literarias, por el orden de El Café, de Moratin, etc., etc.; pero todo esto lo pensaba, lo escribía, lo abandonaba y quizá lo olvidaba luego, mientras que en el FAUSTO estuvo trabajando toda la vida.

Algunos días estuvo encubierta y solapada en la sagacidad de mi recato esta maraña, hasta que me pareció que la iba descubriendo a más andar no qué hinchazón del vientre de Antonomasia, cuyo temor nos hizo entrar en bureo a los tres, y salió dél que, antes que se saliese a luz el mal recado, don Clavijo pidiese ante el vicario por su mujer a Antonomasia, en fe de una cédula que de ser su esposa la infanta le había hecho, notada por mi ingenio, con tanta fuerza, que las de Sansón no pudieran romperla.

Por cierto que es notabilísimo el medio relieve que representa en dicha portada al guerrero Apóstol matando moros en Clavijo..... Pero el asombro, el portento, la maravilla para los amantes del arte, hállase dentro del colegio.

Aunque confusa y enmarañadamente, los seis presumían de buenos cristianos, y todos eran tataranietos de tres elegantes y lindos escuderos de Castilla, que habían acompañado a Ruy González de Clavijo cuando visitó a Tamerlán como Embajador de Enrique III. Tres señoronas de la corte de Samarcanda, tan encopetadas como antojadizas, se habían prendado de los escuderos susodichos, se habían casado con ellos, reteniéndolos en el centro del Asia, y de tales enlaces procedían los Pérez, los Fernández y los Jiménez, de cuyo patriótico atavismo aquí damos cuenta.

Malambruno se da por contento y satisfecho a toda su voluntad, y las barbas de las dueñas ya quedan lisas y mondas, y los reyes don Clavijo y Antonomasia en su prístino estado.

1 El sabio en su retiro, de D. Juan de Matos Fragoso. 2 Cuerdos hay que parecen locos, de D. Juan de Zavaleta. 3 La romera de Santiago, del maestro Tirso de Molina. 4 Las niñeces de Roldán, de José Rojo y Francisco de Villegas. 5 Vida y muerte de la monja de Portugal, del doctor Mira de Mescua. 6 El voto de Santiago y batalla de Clavijo, de D. Rodrigo de Herrera.

Pero, ¿dónde me divierto? ¡Ay de , desdichada! ¿Qué locura o qué desatino me lleva a contar las ajenas faltas, teniendo tanto que decir de las mías? ¡Ay de , otra vez, sin ventura!, que no me rindieron los versos, sino mi simplicidad; no me ablandaron las músicas, sino mi liviandad: mi mucha ignorancia y mi poco advertimiento abrieron el camino y desembarazaron la senda a los pasos de don Clavijo, que éste es el nombre del referido caballero; y así, siendo yo la medianera, él se halló una y muy muchas veces en la estancia de la por , y no por él, engañada Antonomasia, debajo del título de verdadero esposo; que, aunque pecadora, no consintiera que sin ser su marido la llegara a la vira de la suela de sus zapatillas. ¡No, no, eso no: el matrimonio ha de ir adelante en cualquier negocio destos que por se tratare!

Solamente hubo un daño en este negocio, que fue el de la desigualdad, por ser don Clavijo un caballero particular, y la infanta Antonomasia heredera, como ya he dicho, del reino.

En sus amores, hay que atender a la nada severa moralidad de la época en que vivía. Y aun así, lo único censurable es el abandono de Federica Brion, cuya apoteosis hizo luego el poeta en la Clara de Egmont, en ambas Marías de Clavijo y de Goetz, en la Mignon de Wilchem Meister, y en la Margarita de Fausto.

De cualquiera palabra que Sancho decía, la duquesa gustaba tanto como se desesperaba don Quijote; y, mandándole que callase, la Dolorida prosiguió diciendo: «En fin, al cabo de muchas demandas y respuestas, como la infanta se estaba siempre en sus trece, sin salir ni variar de la primera declaración, el vicario sentenció en favor de don Clavijo, y se la entregó por su legítima esposa, de lo que recibió tanto enojo la reina doña Maguncia, madre de la infanta Antonomasia, que dentro de tres días la enterramos