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En cuanto los esclavos pusieron en tierra el precioso depósito, y que sólo se oía en el silencioso aposento el murmurador bisbisar de los wazires y consejeros y alguno que otro suspiro del inquieto Sultán, se incorporó el loco Ben-Farding, acercándose al lecho en que descansaba, como en un encanto, la linda Sultana, y exclamó en alta voz y fuera de : ¡Perfección divina! ¡Portento sin igual! ¡Asombro de la naturaleza!...

Pocas noches de mi vida recuerdo más serenas y más bellas. Era un portento de calma; no corría el menor viento y el silencio solemne sólo se interrumpía a momentos por uno de esos ruidos misteriosos y lejanos de la montaña, que el eco suave reviste del acento de una queja apagada. A pocos metros corría con imperceptible rumor un hilo de agua.

Los tenderos pagan distintas contribuciones y obedecen á distintos reglamentos, según tienen sus escaparates á la derecha ó á la izquierda. Toledo quedó pensativo un momento. ¡Los milagros de la ruleta! continuó . ¡El poder mágico del «negro» y el «rojo»! El Casino dicen que es un portento de mal gusto, pero chorrea oro como una iglesia rica.

Pero sea lo que fuere, nosotros hablamos, sea portento o no; que lo que el cielo tiene ordenado que suceda, no hay diligencia ni sabiduría humana que lo pueda prevenir; no sabemos cuánto durará esta nuestra ventura, sepamos aprovecharnos della, y hablemos toda esta noche, sin dar lugar al sueño que nos impida este gusto, de por largos tiempos deseado.

Defendió con energía a su ex querida. No era ella, no, quien le había arruinado, sino los tunos de los mayordomos. Amparo era una chica de excelentes condiciones para ama de casa, un portento de arreglo doméstico: al mismo tiempo generosa, capaz de acomodarse a cualquier vida por el cariño, etc., etc. El maníaco marqués se expresó con calor y elocuencia haciendo el panegírico de su adorada.

Fué en un tiempo el adorno principal del templo mayor de los aztecas; uno de los conquistadores de México lo arrancó del altar mismo del famoso Huichilobos, y lo trajo a Carlos V, quien lo donó a esta Santa Iglesia. Viendo que permanecía yo estupefacto, quiso que mi admiración fuese mayor, y abrió la vitrina para que examinara a mis anchas aquel portento de orfebrería.

Casi estoy por afirmar que no me besó nunca, que nunca me hizo una caricia. En cambio me enseñó cuanto ella sabía, y mi padre me consideraba como un portento precoz, como una sabia pequeñuela. La vida de mi padre, aunque yo entonces no lo comprendía, comprendo ahora que era disipadísima, y todo lo contrario de ejemplar.

Proclo, agitando su báculo, traza en le aire círculos y otras figuras mágicas, y murmura entre dientes palabras ininteligibles. Óyese música celestial, lenta y sumisa. ASCLEPIGENIA Y ATENAIS. ¡Qué portento!

Las damas que debían tomar parte en la representación, entre ellas las dos hijas de la casa, Recareda y Valeria, salieron para concluir de arreglarse; su nieta Medarda, que según se decía en la tertulia era un portento y estaba destinada a eclipsar a todas las actrices españolas, lo mismo. Acudía cada vez más gente; no cabiendo en el gabinete, andaba distribuída por los pasillos y el comedor.

¡Es un portento! exclamó; y me admira que hayáis arriesgado por las calles una maravilla tan frágil como ésta. Confieso que fué grave imprudencia. ¡Un frasco de vino, Tita, pero del mejor, del florentino! Sin vuestro auxilio no qué hubiera sucedido. Examinad bien la tez; á mismo me resulta muchas veces demasiado obscura, enrojecida por haberse caldeado los colores, ó pálida y falta de vida.