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Si sabré yo lo que me digo. Para que te enteres: hace media hora que he estado hablando con él en casa de una amiga. Si no caes en la trampa, creo que el pobrecito revienta... tan dislocado está por ti. El cuarto de al lado... a mano izquierda cuando entramos... el mío a esta mano; de modo que... No me vuelvas loca...

Yo conozco bien lo que son los pueblos de corto personal. Resulta que el alcalde, y si no el alcalde el médico y si no el juez, si lo hay, te hacen tilín, y no quiero decirte nada. En último caso, tanto te aburres, que te da un toque y caes con el señor cura... Quita, quita, ¡qué asco!

¿Cómo es eso? prosiguió esta última . ¿Te aflige que yo me case? ¿Sientes el modo informal? ¿No lo comprendes bien, inocentona? ¿No caes en que ese bárbaro, egoistón, de Pepe Güeto, presume, y no sin razón, de ser un real mozo, y todo el furor que ha tenido y tiene aún contra , estriba en que anhelaba que yo me hubiese enamorado de él por lo triste y por lo serio, y me hubiese puesto a suspirar y a llorar, sin pensar más que en él y no en divertirme? ¿No ves que él se ha enamorado y que su rabia es que no me cree tan enamorada ni tan capaz de enamorarme, porque no hago pucheros y no aburro con lágrimas y sublimidades? ¿Y no calculas, por último, que yo le quiero también?

Pobre y hambriento me abandonaron, y después de setenta años me encuentro igual en el mismo sitio. ¡Hermoso porvenir...! Sea usted honrado, trabaje usted mucho, para verse arruinado, sin otro recurso que pedir limosna en la puerta de San Juan a los hijos de mis amigos.... ¡Ay, mi pobre tienda...! Ha naufragado el barco, y el capitán debe morir. ¿Dónde está la veleta...? ¿Se la han llevado...? ¡Qué aprisa anochece...! ¡Cómo me rueda la cabeza...! ¡Viejo, que te caes...! ¡Señor...! ¡Señor...! ¡Así!

Y á fe mía, que de seguir todos el consejo habías de verte solo en el mundo. ¡Buena lógica, buena! Como de costumbre, te enredas en tus propios argumentos y te caes de bruces, dijo Colás con gran risa. Primera premisa: los hombres deben huir de mi locuacidad. Segunda: estás aquí comiendo arenques mano á mano conmigo. Ergo, no eres hombre.

¡Usted lo sabe, usted lo sabe! exclamó la joven rebosando alegría. No más sino que te caes de boba. Eres más sosa que la capilla protestante. Mi madre declaró Isidora poniéndose la mano en el corazón, para comprimir, sin duda, un movimiento afectuoso demasiado vivo , mi madre... fue hija de una marquesa».

Velázquez bailaba con Mercedes. Su antigua querida comenzó á palmotear y á jalearlos de tal modo que el guapo volvió la cabeza sorprendido y los presentes hicieron lo mismo. Al observar su faz pálida, demudada, se guiñaron el ojo y no faltó quien exclamase: ¡Bueno va! Soledad al fin la ha pescao... Si te caes, yo me comprometo á llevarte á casa en brazos, niña.

Si caes enfermo, no vengas a que te cuide tu tía, que para eso sirvo yo, ¿eh?, para eso sirvo, ingrato, tunante... ¿Y te parece bien que cuando me miro en ti, cuando te saco adelante con tanto trabajo y soy para ti más que una madre; te parece bien que me des este pago, infame, y que te me cases con una mujer de mala vida?

Viéndole Fortunata en aquel apuro, acudió a remediarlo, diciendo: «Comprendido, comprendido». Bueno, pues no necesito añadir nada más... porque si caes en la tentación de querer a un hombre indigno, adiós mi dinero, adiós decoro... Y lo último que te recomiendo es que si logras conseguir que no pueda tentarte otra vez el mameluco de Santa Cruz, habrás puesto una pica en Flandes.

No te hicieron los cielos tan hermosa Sinó para ser madre y ser esposa. Blanca flor que embalsamas mi existencia De tus perfumes con la grata esencia; Música cuya suave melodía Estremece de amor el alma mía; Rayo de luz que caes sobre mi frente Disipando las sombras de la mente; Lágrima de los ojos desprendida Del serafin que guarda nuestra vida; Linfa donde apagué mi sed ardiente.