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Son los amigos de Manos Duras dijo , que vienen á armar bochinche porque á ese gaucho malo le quitan el suministro de la carne y le impiden hacer otros negocios. Como mañana teníamos carreras de caballos, Manos Duras me ha querido perjudicar, provocando esta batalla. Parece como que el demonio ande suelto ahora, don Manuel. ¡Tan en paz que vivíamos antes!...

He aquí embarullada, confundida, anarquizada la partida de ajedrez; pues si unos alfiles, caballos, torres y peones tiran para un lado y otros para otro, la batalla ordenada se torna en encrespado bochinche civil. Todas las monarquías son de origen cosmopolita. Ningún rey, ninguna reina, tienen la sangre pura del pueblo en que reinan.

Toma, pícaro, toma, ¡ajo! ahora conocerás lo que es tener hambre... no, siento que no lo sepas todavía, porque te queda la estancia, pero, ya te llegará tu San Martín, como a los chanchos... Lo principal, que es el primer paso, está ya hecho: el Bernardino, patas arriba y el ministril aquel de las uñas largas, boca abajo; la tierra tiembla: mira, Quilito, ponte como los gauchos o los indios, la oreja contra el suelo, y sentirás un rumor así como de muchos caballos que galopan: es la vanguardia de la revolución, que se anuncia, que se armará pronto... ¡ay! ¡qué gusto! ese día, cuando el bochinche esté en lo mejor, atrapo al doctorcito Eneene... no, lo que es a ese nadie me lo toca, es mío... y con unas buenas tijeras le podo las uñas, cortándole hasta raíz de las yemas; le pongo un bonete con un murciélago pintado y un letrero que diga: ¡por ladrón! y a patadas, amarrado codo con codo, le llevo a la plaza Victoria y allí, delante del respetable público, le ensarto en la lanza del muñeco de la Pirámide; ¿qué tal? qué bueno sería, ¡ajo!

Dicen que ha habido un bochinche en la estancia de don Carlos Rojas. El comisario y muchos hombres se fueron para allá. A Sebastiana, según continuó diciendo la chinita, la habían visto algunos en las afueras del pueblo, á caballo y acompañada por el doméstico del señor Robledo. Habrá ido á ver si le ocurrió algo á su antigua patroncita.

¡Carape! se decía mientras iba andando hacia la botica, con el sombrero en la mano porque abrumaba el calor , ¿no parece mentira que un hombre en la flor de la vida haya podido gastar, como yo, lo mejor de su tiempo libre en ese bochinche infame, dando trastazos a las bolas?... Una mesa o dos, de vez en cuando, vaya; pero todos los días dos o tres horas de faena en ese billar mugriento... ¡con ese olor!... ¡Carape, si es tonta la diversión, bien mirada!

Los dos bandoleros continuaron hablando, sin sospechar que sobre el borde de la pendiente que tenían junto á ellos se deslizaba un hombre espiándolos. El acompañante de Manos Duras, que era el llamado Piola, le habló con tono de reconvención. Bien sabes vos que no me gustan negocios en que hay hembras de por medio. Casi nunca terminan bien, y además arman un bochinche de los demonios.