United States or Slovenia ? Vote for the TOP Country of the Week !


No al servicio de "Dios y la Patria", como en las monarquías europeas; no al de "Dio e Popolo", como en el programa semirreaccionario de Mazzini, sino "con el objeto de formar una unión más perfecta, establecer la justicia, consolidar la paz doméstica, proveer a la defensa común y asegurar los beneficios de la libertad para todos", como lo expresa por primera vez el preámbulo de la constitución de la libre América, sin invocar la protección de nadie, para no quedarle obligado.

Si el islamismo, como nacionalidad y Estado, quedaba al espirar el siglo XIII arrinconado en Granada como en su último refugio, acosado por las victorias de las tres grandes monarquías castellana, aragonesa y portuguesa; como reliquia y fermento duraba en todas las poblaciones reconquistadas.

Las muchedumbres dejaron de matarse y colgaron las armas gracias a la feliz gestión casamentera de un canciller, que resolvió una vasta y pavorosa tragedia tramando una boda oportuna que acabó con el rencor de dos monarquías y de sus leales súbditos.

Por nuestra parte diremos solo que si esto ocurría en la más importante rica y floreciente ciudad de España como á la sazón lo era Sevilla y durante las más gloriosas de nuestras monarquias; ¿á qué estado de abandono y de suciedad habrían llegado otras ciudades de segundo y aun de tercer orden?

Al referir todo esto, el Padre Ambrosio encumbraba el concepto que de Portugal debía tenerse; pero, en su mente, era más alto aún el concepto que Aragón y Castilla le merecían. El Papa Alejandro VI había repartido y dividido el mundo entre las dos monarquías de la Península.

No fué con una cuerda al cuello, según el uso musulmán, ni con veneno en una copa de vino de Siracusa a la manera italiana del Renacimiento, ni con ninguno de esos métodos clásicos que en la historia de las Monarquías han recibido consagraciones augustas, con el puñal como Juan II, o con la clava como Carlos IX. Había eliminado a un sér humano desde lejos con una campanilla.

En este diario y en aquel, no bien puso el pie en el país, escribió el señor Valle con mano ejercitada, aunque un tanto febril y descompuesta, sus azotainas contra las monarquías y vilezas que engendra, y sus himnos, encendidos como cantos de batalla, en loor de la libertad, de que «los campos nuevos y los altos montes y los anchos ríos de esta linda América, parecen natural sustento».

Ahí tiene usted explicado lo efímero del imperio de Maximiliano. Luego, pasando a la cuestión religiosa, decía sereno y reposado: Amigo, amigo don Crisanto: entiendo que la Iglesia no patrocina ni monarquías ni repúblicas. Para ella, cualquiera forma de gobierno es buena... ¡cuándo es buena! Poco le importa que el jefe de un Estado se llame rey o presidente o emperador.

Esta forma de vivir tuvieron, desde que dejaron las riveras del rio Volga, y entraron en la Asia menor, hasta que la vileza de las naciones de la Asia, y Grecia les dió crédito y reputacion. A las Monarquias y naciones, sucede lo mismo que á los hombres que nacen, crecen y mueren.

Me dijo que a los reyes les obliga a casarse no quién; creo que la Constitución. Parece que la gente del pueblo, o la Constitución no bien exige que se asegure la sucesión de la corona. En las monarquías dice Petrona todo marcha sobre seguro. En cambio aquí, nadie estát seguro; siempre está una pensando: si destituirán a este yerno, si lo echarán al otro; en fin, una intranquilidad terrible.