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Una hacienda ordenada es el fondo de la felicidad universal. Y búsquese en los pueblos, en las casas, en el amor mismo más acendrado y seguro, la causa de tantos trastornos y rupturas, que los oscurecen y afean, cuando no son causa del apartamiento, o de la muerte, que es otra forma de él: la hacienda es el estómago de la felicidad.

Para ellos no había en el mundo cosa seria y bien ordenada sino la mar, y la mar la había hecho Dios con el exclusivo objeto de que pescaran en ella los matriculados. Todo lo restante no valía á sus ojos una sula.

Era guapetona, alta y garbosa, mujer de un papelista, y la inquilina más ordenada, o si se quiere, más pudiente de aquella colmena. Vivía en una de las habitaciones mejores del primer patio y no tenía hijos propios, razón más para que Jacinta simpatizase con ella. En cuanto se vieron se comprendieron.

En los quince años y cuatro meses que duró el gobierno de Brazo de plata, período a que ni hasta entonces ni después llegó ningún virrey, disfrutó el país de completa paz; la administración fué ordenada, y se edificaron en Lima magníficas casas. Verdad que el tesoro público no anduvo muy floreciente; pero por causas extrañas a la política.

La conversación fué mucho tiempo indiferente y penosa. No se atrevía á comenzar; estaba distraído, no decía cosa ordenada. Soledad, que tal vez sospechaba algo, se mostraba más grave que de ordinario y más parca de palabras. Mas por fin, y tomando pie de los frecuentes paseos que la joven daba por el Perejil, se atrevió á decir: Te veo casi siempre acompañada de Antoñico.

Iban a dormir como las gallinas. ¡Oh la vida ordenada! ¡La vida tranquila, lejos de todos, queriéndose mucho, aislados del mundo, en el dulce egoísmo del cariño!... Les parecía imposible que las gentes fuesen tan ciegas que no supieran vivir así. Mientras comían, hablaron de lo que pensaban hacer a la mañana siguiente.

Aún no había salido del primer encantamiento de su existencia plácida, ordenada y tranquila al lado de Feli. La muchacha se revelaba como una excelente ama de casa. Descendía por las mañanas a la plazuela con mantón y cesta; después, pasábase el día con los brazos arremangados, cocinando, sacudiendo el polvo, repasando la escasa ropa de Isidro. Nunca había ido éste tan pulcro.

No habia cosa mas hermosa, mas vistosa, mas lucida, ni mas bien ordenada que ámbos exércitos: las trompetas, los pífanos, los atambores, los obués y los cañones formaban una harmonía qual nunca la hubo en los infiernos.

Por el momento, los sublevados sólo pudieron gritar: «¡Han violado la ConstituciónPero ellos, por su parte, también deseaban violar algo; y como en toda sublevación mejicana bien ordenada y que se respeta, empezaron por asaltar, carabina en mano, las tiendas de los extranjeros ó á derribar sus puertas si estaban cerradas, llevándose el dinero y los géneros.

Pero no pararon las calamidades de los infelices hebreos con la espulsion ordenada por los Reyes Católicos.