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Por último, las dos amiguitas y otras que se acercaron movidas de la curiosidad, y hasta la propia doña Calixta, que solía descender a la familiaridad con las alumnas ricas, reconocían, por encima de todo sentimiento envidioso, que ninguna niña tenía cosas tan bonitas como la de la tienda de Filipinas. iii

En el locutorio preguntan por la señorita Carolina Galba. Don Juan Príncipe, nombre estampado en la tarjeta y en varias cartas y credenciales sometidas al Reverendo señor Crammer, se paseaba impaciente por el severo aposento designado oficialmente con el nombre de sala de recepción, y privadamente entre las alumnas con el de purgatorio.

Sólo podía juntarse con las de su raza, y aun éstas, ansiosas de congraciarse con el enemigo, se traicionaban mutuamente, sin energía ni cohesión para la defensa común. A la hora de salida, las chuetas se marchaban antes, por indicación de las monjas, para evitar los insultos y ataques de las otras alumnas al verse juntas en la calle.

Su pensamiento le conducía hasta un colegio de Italia donde estaba su hija única; un colegio dirigido por monjas y cuyas alumnas eran en su mayor parte de apellido aristocrático, lo que proporcionaba grandes satisfacciones á la vanidad pueril del contratista. Parecía ennoblecerse su rostro con la sonrisa dirigida á esta visión.

Una herida... Oiga usted, mujerzuela, ahora mismo va usted a la cárcel... ¡Eh!, llamar a una pareja. La Fenelón estaba como desmayada, y sus alumnas le desabrocharon el vestido para aflojarle el corsé.

Las reglas del Instituto dejaban amplio desarrollo a la naturaleza física y moral de sus alumnas; en público se conformaban con sus excelentes reglas de dieta, pero privadamente se permitían extrarreglamentarios festines con las golosinas de su abastecedor particular del pueblo; asistían a la iglesia con formalidad ejemplar, pero coqueteaban durante el oficio divino con la dorada juventud del pueblo; en las clases recibían severa y moral instrucción y durante el asueto devoraban las novelas más edificantes.

Doña Pepa, apremiada por las cartas de su hermano, vendía campo tras campo; pero aun así en muchas ocasiones se retrasaba el envío de dinero, y en vez de comer en la trattoría, cerca de la Scala, entre alumnas de baile y artistas de reciente contrata, se quedaban en casa, y Leonora, olvidando sus partituras, cocinaba valerosamente, aprendiendo las misteriosas recetas de la vieja bailarina.

Había adelantado mucho en la lectura y escritura, y se sabía de corrido la doctrina cristiana, con cuya luz las Micaelas reputaban a su discípula suficientemente alumbrada para guiarse en los senderos rectos o tortuosos del mundo; y tenían por cierto que la posesión de aquellos principios daba a sus alumnas increíble fuerza para hacer frente a todas las dudas.

Estas largas esperas le proporcionaron inesperados encuentros con las alumnas elegantes que entraban y salían. ¡Desnoyers! exclamaban unas voces femeniles detrás de él . ¿No es Desnoyers?... Y se veía obligado á cortar la duda saludando á unas señoras que lo contemplaban como si fuese un aparecido.

La Sociedad de Beneficencia recorre secretamente las casas en busca de suscripciones; improvisa recursos para mantener a las heroicas maestras, que, con tal que no se mueran de hambre, han jurado no cerrar sus escuelas, y el 25 de Mayo presentan sus millares de alumnas todos los años, vestidas de blanco, a mostrar su aprovechamiento en los exámenes públicos... ¡Ah, corazones de piedra! ¿Nos preguntaréis todavía por qué combatimos?