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Zadig habló de esta suerte á Ogul: Señor, mi basilisco no se come, que toda su virtud se os ha de introducir por los poros; yo le he puesto dentro de una odre bien henchida de viento, y cubierta de un cuero muy fino; es menester que empujeis hácia dicha odre en el ayre con toda vuestra fuerza, y que yo os la tire muchas veces; y con pocos dias de dieta y de este exercicio veréis la eficacia de mi arte.

"Es cosa muy saludable y provechosa decía cenar poco para tener el estómago desocupado", y citaba una retahila de médicos infernales. Decía alabanzas de la dieta, y que ahorraba un hombre sueños pesados, sabiendo que en su casa no se podía soñar otra cosa sino que comían. Cenaron, y cenamos todos, y no cenó ninguno.

Hasta el octogenario oficial del resguardo de que he hablado antes, me parecía, como cambio de dieta, muy apetecible para un hombre que había conocido á Alcott.

Cierto es que perdí los estribos cuando el buen Maestro me mandó ayunar, pero bien se explica eso recordando que pan y agua es triste dieta para un cuerpo y un apetito como los que Dios me ha dado. También es verdad que le senté la mano el cernícalo de Ambrosio, pero la zabullida de que se queja no pasó de un susto sin consecuencias.

Los coligados invadieron á Suiza para penetrar á Francia; el acta de mediacion fué abolida, y el partido aristocrático quiso recuperar su antigua posicion. Al cabo de dos años de agitaciones é incertidumbre la Dieta de Zuric expidió la constitucion del 7 de agosto de 1815, llamada Pacto federal, que restableció la vieja nacionalidad suiza.

Antes de todo, quería datos, antecedentes. D. Venancio el alópata, además alcalde y también especialista en partos, había andado allí. ¿Para qué? Para nada; pero había andado. Había recomendado la dieta. ¡Malo! D. Venancio era un grandísimo tragaldabas, que tenía indigestiones como podría tenerlas un cañón cargado hasta la boca, y las curaba con dietas dignas de la Tebaida.

Decía alabanzas de la dieta y que se ahorraba un hombre de sueños pesados, sabiendo que en su casa no se podía soñar otra cosa sino que comían. Cenaron y cenamos todos y no cenó ninguno.

Parecióme con lo que dijo pasarme el corazón con saeta de montero, y comenzóme el estómago a escarbar de hambre, viéndose puesto en la dieta pasada. Fué fuera de casa. Yo por consolarme abro el arca y, como vi el pan, comencélo de adorar, no osando recebillo. Contélos, si a dicha el lacerado se errara, y hallé su cuenta más verdadera que yo quisiera.

La leche es con frecuencia un medio de restablecer la salud. El instinto que impulsa al enfermo á desear tal ó cual especie de alimentos, no debe mirarse con indiferencia. La dieta prolongada mas allá de los justos límites, determina algunas veces en las afecciones febriles fenómenos atáxicos y pútridos.

A su regreso consiguió Schack un puesto oficial más adecuado á sus inclinaciones, entrando al servicio inmediato del Gran Duque de Meclemburgo, Federico Francisco II, y pasando en seguida, con el cargo de consejero de legación, al consejo de la Dieta de Francfort del Mein, cuyas funciones le dejaban tiempo bastante para consagrarse á sus estudios literarios.