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Como si callaran; que nosotros, los probes, vamos por onde nos llevan, ¡y gracias que así y todo!... Conque ¡ea!, se agradece el osequio y la alabanza, y hasta otra. ¡Pero oye un momento!... No puede ser, que se me van las bestias, y temo que hagan alguna que me cueste los cuartos. ¿Lo ven ustedes? decía don Simón, muy amoscado, volviéndose hacia sus consejeros.

Dios Nuestro Señor a los pobres nos manda tener paciencia para pedir la limosna, y a los ricos les manda tener caridad, y el rico que parte su pan trigo con el pobre, tiene el Cielo más ganado que el pobre que lo recibe y no lo agradece. ¡Es la ley de Nuestro Señor! El caballero se estremece.

Sabe que se le agradece, y quiera Dios dárselo en salud para , y para su marido y los nenes». Con palabra nerviosa, afluente y un tanto hiperbólica, aseguró la chulita que no tenía salud; que padecía de unos males extraños, incomprensibles. Pero los llevaba con paciencia, sin cuidarse para nada de su propia persona.

Pero poco a poco se acostumbra al agua, es decir, al salón, y ya está allí muy tranquilo, y baila y dice galanterías en unos párrafos tan largos y complicados, que nadie se los agradece. Ana al principio tenía sueño. Eran las doce. No pensaba más que en lo que pasaba ante sus ojos. No quería reflexionar.

¡Ah, tuno! exclamó Jacinta con ira cómica, aunque no enteramente cómica . Agradece que estamos en la calle, que si no, ahora mismo te daba un par de repelones y de cada manotada me traía un mechón de pelo... Con que casarte... ¡y me lo dices a !... ¡a !

No hallaría en mi casa nada de lo que a él le agrada, sino una mujer muy buena y perfectamente abnegada, que todos los días me agradece el haberme casado con ella, que, gracias a , ve lo porvenir de color de rosa, que no tiene más ambición que verme dichoso por ahora y que se complacerá de mis éxitos el día en que se los haga apreciar.

Estoy harto de señoritos decía con displicencia de hombre superior a su fiel acólito el Chivo. Vámonos al campo: un poco de juerga lo agradece el cuerpo. Y con el deseo de mantenerse bajo la protección de su poderoso primo, íbase a pasar el día en Marchamalo, fingiendo interés por el resultado de la vendimia.

Y si alguna rara vez el público y la prensa tejen coronas, no son ciertamente para los que cultivan su arte con amor y respeto, sino para quienes le ofrecen manjares picantes y llamativos. El vulgo no agradece que se le deleite suavemente, que se le haga pensar y sentir.

Yo bien conozco, decía, que no estoy todavía al corriente de esas ceremonias, y me guardaría mucho de concurrir a ellas; pero la voluntad es lo que se agradece. ¿Por qué no se tiene para un mal recado de atención, por lo mismo que soy forastera? ¿Se les caería la venera a algunas de esas fachendosas por acordarse de , que soy más rica que muchas de ellas? ¡Pues no parece sino que todas son marquesas! ¡Y el marido de la una vende paño de Munilla y sogas de esparto, y el de la otra pecajuana y engüento de soldado, y me debe a hasta la sal con que sazona lo poco que come!... Pues vinos y jabón vende mi marido. ¿Qué más da lo uno que lo otro?

Estrújanse y aráñanse todos buscando un punto de apoyo para salir de aquel enredo; y poco á poco, y con grandes fatigas, van levantándose uno á uno; y renqueando y vacilando, se vuelven á poner en marcha, y llegan á un punto en que se bifurca la carretera. Allí deben separarse el tío Juan, Ogenio y dos de los intrusos. Inútil es decir que el convite se acepta y se agradece.