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Actualizado: 1 de noviembre de 2025
Pasadas las primeras manifestaciones del entusiasmo que en la juventud siempre toma formas algo más exageradas por lo mismo que ella todo lo vé hermoso, quisieron enterarse de cómo habían ido las cosas. Esta mañana me ví con el P. Irene, dijo Makaraig con cierto misterio. ¡Viva el P. Irene! gritó un estudiante entusiasta.
Los colores poco sobreviven, pues la mayor parte se disuelven y desaparecen. Aun las mismas madréporas sólo dejan su base, que diríase inorgánica, siendo no obstante la vida condensada, solidificada. Las mujeres, que tienen ese sentido mucho más delicado que nosotros, no se han engañado, presintiendo aunque confusamente que uno de dichos árboles, el coral, era una cosa viva.
Su fe política es en la actualidad muy viva; en cuanto á firmeza, aguardad que vengan otras elecciones, ó que un dia de ruido le asusten las carreras y los gritos de la calle. Será dificil que las nuevas convicciones resistan á tan dura prueba. Anselmo. Sus variaciones sobre la pena de muerte.
Díjole ella que aquel señor era uno de los a quien su ama servía; y preguntándola Cervantes cuáles fueran estos servicios, ella le nombró una cáfila de ellos tal, que sin más información quedaron hechas todas las alabanzas, y representados todos los méritos de la tía Zarandaja, y que eran tales, que si la Inquisición o la justicia ordinaria los hubieran sabido, no los hubieran premiado con menos que con quemarla viva, o enrodarla y descuartizarla; en lo tocante al señor que acababa con la tía Zarandaja de encerrarse, dijo la moza que su ama le traía engañado, chupándole los dineros con la promesa de embrujar y hechizar, para que le amase, a aquella misma señora que vivía en la vecindad, y que poco antes había estado allí.
¡Viva Su Majestad el Rey, Su Majestad la Reina y los serenísimos señores infantes! exclamó Negri . De las ruinas del masonismo se levanta el legítimo trono de España. Y de Indias... porque se volverán a conquistar las Indias. Se volverán a conquistar dijo Carnicero, que se notó ágil y dio algunos pasos con cierta ligereza relativa . Adiós, mis queridos amigos. Hasta mañana. Hasta mañana.
La Fleurota había ya cargado sobre el hombro el cubo lleno de ropa y permanecía inmóvil en medio del camino, en actitud de vieja Parca meditabunda. Pensaba sin duda en que acababa de dar un buen tijeretazo en carne viva, pues así lo demostraba la limosna que el inspector general tan generosamente le acababa de hacer. En efecto, el golpe había estado bien dirigido.
Pero lo dijo con una vacilación que no escapó á la viva inteligencia de la niña; la cual, bien sea movida por su ordinaria petulancia, ó porque un maligno espíritu la inspirara, levantando el dedito índice y tocando la letra escarlata, exclamó con acento de convicción: No;
Miró la señora de soslayo a la criada, por ver si esta mostraba entereza de ánimo; pero Rafaela estaba más muerta que viva. «Este bandido pensó Jacinta , nos va a retorcer el pescuezo sin dejarnos chistar». Algo se tranquilizaba oyendo muy cerca el guitarreo y el rum rum de la multitud que rodeaba a los dos ciegos.
Semejante á ésta por el interés que inspira y por la imperfección de las diversas partes del conjunto, es Don Lope de Cardona. El príncipe Don Pedro de Aragón ha dado muerte en un torneo al hijo del rey de Sicilia; y en su consecuencia se ha declarado la guerra entre los dos países. Lope de Cardona, capitán de las tropas aragonesas, vuelve vencedor y aguarda ser recibido, al desembarcar en Valencia, con las más vivas demostraciones de alegría; en vez de esto, encuentra cerradas las puertas: un carro cubierto con negros paños se le acerca, apeándose de él una dama, vestida también de negro. Esta dama es Casandra, su esposa, que le cuenta que el príncipe Don Pedro la ha requerido de amores, y que el padre de Lope, llamado Don Bernardo, ha salido á la defensa de su honor, sacando su espada contra el Príncipe en el calor de la contienda. El anciano Bernardo, á causa de su precipitación en obrar, ha sido acusado de crimen de alta traición y encerrado en la cárcel, y el Príncipe, lleno de ira, se ha dado trazas de predisponer contra toda la familia de Cardona al bondadoso y justo Rey. Casandra aconseja la huída á su esposo, pero él, confiado en su inocencia, se presenta al Rey, refiere los grandes servicios que ha prestado al trono, y hace valer las razones que disculpan el hecho de su padre, pidiendo que sea puesto en libertad y que él entre en su lugar en la cárcel. El Rey se opone á ello, cediendo á la influencia del Príncipe, y destierra mientras viva al capitán que le ha ganado una de las más brillantes victorias. Lope, pues, se embarca para Nápoles en compañía de su esposa, á la cual intenta retener en vano el príncipe Don Pedro; naufraga en las costas de Sicilia y arriba á la playa, cayendo en manos de Roger, á quien ha vencido en la guerra. Regocíjase éste al apoderarse de tan famoso guerrero, y se esfuerza en atraerle á su servicio, ya haciéndole las más lisonjeras promesas, ya amenazándolo; pero nada es bastante para quebrantar la fidelidad de Lope á su soberano, por grande que sea la injusticia con que lo trata. Roger aprisiona entonces á Casandra, y la conmina con la muerte si su esposo no accede á sus deseos; Lope sucumbe á esta prueba dolorosa, se pone al frente de la armada, y llega con numerosos buques á Valencia. Para economizar la sangre de sus conciudadanos y antiguos compañeros, exhorta á los aragoneses á decidir la contienda por medio de un combate singular. Es aceptada su proposición, y Pedro, para saciar su odio contra los Cardonas, nombra á Bernardo, todavía preso, para pelear contra su hijo. Los combatientes se presentan con la visera calada y sin conocerse; cáese el yelmo de uno, y ambos se reconocen en el momento en que se disponían á pelear hasta la muerte; obstínanse los dos en morir uno por otro; por último, Lope persuade á su padre á que huya, y que pretexte que su enemigo es el príncipe Don Pedro, contra el cual no ha querido levantar su leal mano. La princesa de Sicilia, enamorada de Don Pedro, se ha esforzado mientras tanto en atraerlo á una entrevista, para la cual debe serle útil Casandra, invitándolo á venir á su casa.
¡Ahora! ¿Por qué ahora? preguntó Torquemada con ansiedad muy viva. Pues... qué sé yo.... Me parece que Dios le ha de favorecer, le ha de premiar sus buenas obras.... ¡Oh! si mi hijo se muere afirmó D. Francisco con desesperación, no sé qué va á ser de mí.
Palabra del Dia
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