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Actualizado: 17 de mayo de 2025
Pues bien, no han faltado personas que me quitaran la razón, á pesar de todo, porque yo era hombre y Clementina, mujer. ¡Juzgad lo que se diría de vosotros, hijos rebelados contra una madre! ¡Pero eso sería estúpido! ¿Y crees que el mundo no lo es? Con una actitud sentimental bien adoptada se le enternece, y está dado el golpe.
Toda la esencia de su vivir lamentable, todos los sueños de su cabeza visionaria. Pero la gente no compró sus libros. En inmensas pilas de papel se amontonaban en casa del librero Pueyo, el editor romántico de la épica nariz. También ha muerto el pobre librero sentimental, y puede que sigan ambos devanando en el espacio sus diálogos pintorescos.
¿Se me da una definicion matemática? nada de vaguedad, nada de abstracciones, nada de fantástico ó sentimental, nada del mundo en su complicacion y variedad; en este caso he de valerme de la imaginacion, no mas que como del encerado donde trazo los signos, y las figuras, y del entendimiento como del ojo para mirar.
Al fin no pudo substraerse a la continua preocupación que le producía aquel intercambio de manifestaciones cada vez más llenas de halago y de dulzura, aquella penumbra sentimental que le envolvía, le acariciaba y le acompañaba a todas partes, despertando en su ser un verdadero deseo de adoración para aquella muchacha extraordinariamente linda, cuyo amor en ciertos momentos le parecía un raro sueño.
Os habéis, pues, hecho cargo del almo júbilo con que se ríe el Todopoderoso en aquel pedazo de cielo que deja transparentarse la gloria desde el Guadiana hasta el Segura, y desde Sierra Morena hasta los dos mares: habéis respirado aquel aire tibio y balsámico, que difunde, en Abril como en Diciembre, el aliento de nuevas rosas; habéis contemplado aquellas matizadas vegas, patrimonio á la par de Flora y Ceres, aquellos cármenes y huertos que no ensoñó Babilonia; aquellos bosques de naranjos y limoneros, como los imaginados por la Fábula; aquellos inmensos olivares y pomposas viñas que absorben y dan por fruto la luz y el calor del sol; aquellas costas en que tienen colonias las palmeras de Oriente y los plátanos de Occidente, y aquellos mitológicos ríos que desaparecen leguas y leguas bajo la fresca bóveda que tejen el arbolado y las malezas de sus fértiles orillas: habéis doquiera recibido la descarga eléctrica, ó sea la conversación, de aquella raza vívida, locuaz, entusiasta, turbulenta, que es á un tiempo sentimental y festiva, infatigable y perezosa, y os ha causado asombro y hasta miedo tanta gracia, tanto fuego, tanta poesía como brotan incesantemente de aquellas bocas siempre llenas de réplicas felices, de chistes rapidísimos, de embustes ingeniosos, de áticas sales, de donosas comparaciones, de atrevidas hipérboles, y de más retórica, en fin, para todos los casos y todos los gustos, que enseñaron Aristóteles, Horacio, Cicerón y los mismos Santos Padres! ¡Y allí, por último, ha surgido ante vuestros ojos, como una sílfide, como una llama de colores, como una tentación viva, la Eva morena, la Elena romántica, la Venus católica y vestida, la mujer andaluza, para decirlo de una vez....., superstición de britanos, locura de franceses, chochez de rusos y alemanes y perdición de los españoles!
Don Marcos se estremeció al oir su voz; una voz grave que no había conocido nunca, una voz temblorosa como un cántico sentimental en cuyo fondo goteasen lágrimas. Depositó el médico sobre la raída alfombra del automóvil su caja de operaciones. Con ésta ya eran tres. Sólo entonces se decidió el coronel á desembarazarse de sus dos cajas preciosas, colocándolas sobre la del doctor.
Nadie siente una gran satisfacción en haber muerto a un hombre; y el señor de Maurescamp, por poco sentimental que fuese, no dejaba de experimentar ciertos remordimientos, que se adivinaban en las disposiciones conciliadoras que manifestó a la señora de Latour-Mesnil.
Escriturada, ¿eh? ¡Ya veréis de qué le vale la escritura! Señora, el novio no puede dejarla; si la deja, va a presidio por toda la vida. Calla, calla, bobalicona; ¿quién os ha metido esas bolas por la cabeza? Eso se sabe... vamos. Benita está consultada. Mire, señora dijo Teresa, la morena sentimental, la verdad en que nosotras corremos peligro; tiene usted razón... ¿Pero qué quiere que hagamos?
No hace aun veinte años el río pasaba casi besando la entrada misma de la cueva, pero poco á poco se va retirando de ella como se va olvidando su memoria entre los indios. ¡Bonita leyenda! dijo Ben Zayb, voy á escribir un artículo. ¡Es sentimental!
¿Se habían modificado sus ideas en el curso de aquel paseo sentimental? ¿Ponía ya a un lado sus prejuicios? ¿Había pasado la barrera de los vanos escrúpulos? ¿Se iba a declarar pretendiente de aquella manita demasiado llena de oro? No, seguramente. Entonces... ¡Bah! ¿Qué importaba? ¡Qué tonta es la señora Razón congelada en sus principios e incapaz de comprender... lo incomprensible!
Palabra del Dia
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