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Actualizado: 17 de mayo de 2025
Es usted impresionable y sentimental, como buen francés... ¿Qué tiene de común la música de Verdi con esas impresiones pasadas? Se lo explicaré á usted, si así lo desea... No tengo tiempo, y es lástima. Pues bien, amiga mía, dijo Pector; ¿quiere usted cenar con nosotros esta noche, después de la ópera? Lo agradezco mucho, pero estoy muy cansada y necesito cuidarme la voz.
Si muero por él, él me amará, él guardará mi imagen en su memoria, mi amor en su corazón; y Dios, que es tan bueno, hará que yo vuelva a verle en el cielo, con los ojos del alma, y que allí nuestros espíritus se amen y se confundan. Antoñona, aunque era recia de veras y nada sentimental, sintió al oír esto que se le saltaban las lágrimas.
Ben Zayb se horrorizó y despues de tocarla con su baston, y mirar hácia la direccion de las puertas, continuó su camino, pensando componer sobre el hecho un cuentecito sentimental.
Pero aquellos que hace cinco lustros eran jóvenes, esos dirán que los mozos de entonces eran más felices que los de ahora; que aquella juventud aparentemente melancólica, plañidera y sentimental, valía más por la pureza del sentimiento y la hidalguía del corazón, que ésta de los actuales tiempos, tan alegre al parecer, y en realidad tan triste y desconsoladora, precozmente envejecida y prematuramente codiciosa.
Luego, según el momento y la situación de ánimo, variedad infinita; todo un curso espontáneo de filosofía sentimental. Si le veía triste, besos de cariño dulces y desinteresados, como caricias aniñadas. Si estaba contento, besos juguetones y mimosos, algo lentos.
María muere, Angelina se retira para olvidar, a un convento, para olvidar un amor que ya adivina amenguado en el perfecto amante de su fantasía. Porque ellas también, a su manera, son resignadas víctimas de la educación sentimental y casi mística. Sus lecturas favoritas, la sarracena ardentía de su sangre española, no les dejan entrever otra ventura que un «amor de exceso» como dijo el poeta, en donde amor y beso fueran síntesis de la eternidad». Pero cuando la vida va a enseñarles la dolorosa experiencia de su fragilidad, ellas no quieren aventurarse por la senda en que la señora de Bovary camina, velada y suspirando, hacia el amor que engaña.
Aquella mujer, á ratos sentimental, que gemía sobre las desigualdades sociales y las miserias de los pobres, era una fuerza explosiva capaz de agrietar el carácter más abroquelado y duro. Saldaña acabó por resignarse, temiendo las acometividades de la nieta del cosaco.
Don Serapio, va usted a cantar..., va usted a cantar... la romanza Lontano a te dijo, desplegándola sobre el atril. ¡Oh, por Dios! Es demasiado sentimental, y estas señoras no están ahora por el romanticismo... Al contrario, don Serapio exclamó una de las señoritas de Delgado , las mujeres, en esta época de interés y de cálculo, somos las que debemos rendir culto al sentimiento y al corazón.
Llegaba hasta sus oídos la música del baile; una música divina: vulgares danzas de moda, two-steps, o tangos, que, por la influencia del ambiente, sonaban en aquella hora de ilusiones como sinfonías de infinito idealismo. Sentían la dulce turbación de la embriaguez: una embriaguez de luz de luna, de noche serena, de poesía sentimental.
Es de notar que Bonifacio, hombre sencillo en el lenguaje y en el trato, frío en apariencia, oscuro y prosaico en gestos, acciones y palabras, a pesar de su belleza plástica, por dentro, como él se decía, era un soñador, un soñador soñoliento, y hablándose a sí mismo, usaba un estilo elevado y sentimental de que ni él se daba cuenta.
Palabra del Dia
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