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Actualizado: 17 de mayo de 2025
Era el beso-suspiro de la germánica sentimental paseando entre los tilos, a la caída de la tarde, apoyada en el brazo de un estudiante y con un ramo de florecillas azules sobre el pecho; un beso de abajo a arriba, caricia suplicante de hembra dulzona en la que el amor se presenta acompañado de la humildad y que antes de besar desploma su cabeza como signo de servidumbre en el hombro de su dueño.
Supongo que el general Aznar sabrá apreciar la diferencia que existe entre esos periódicos que han acogido sus manifestaciones del Senado con una vocinglería sentimental, y yo, que las enfoco seriamente en el terreno de la realidad. ¡Arrasar Barcelona! ¿Qué duda cabe de que así se acabaría de una vez y para siempre con todas las cuestiones de Barcelona?
Ganando siete reales por once horas de trabajo, era una sedienta de ideal; y acostumbrada al lenguaje de las madres sin ventura, de las mártires del amor, de todas aquellas señoras pálidas, ojerosas y vestidas de blanco que saludaba en las obras favoritas, hablaba en la intimidad con cierto sabor sentimental de novela por entregas.
El mundo real no es el mundo de los poetas y novelistas: es preciso considerarle y tratarle tal como es en sí; no sentimental, no fantástico, no soñador; sino positivo, práctico, prosáico. Un sentimiento bueno, la exageracion le hace malo.
Podría clasificarse, por sus personajes y por sus contornos exteriores, entre las comedias de capa y espada; pero su tono más serio, casi sentimental, y su argumento, la separan evidentemente de las demás producciones de esta clase.
Un panteísmo vago, poético, bonachón y romántico, o mejor, un deísmo campestre, a lo Rousseau, sentimental y optimista a la larga, aunque tristón y un poco fosco; esto, todo esto mezclado era lo que encontraba ahora Ana dentro de sí y lo que se empeñaba en que fuera todavía pura religión cristiana.
Alemania era doña Elena, la esposa de von Hartrott. ¿Por qué no se la había llevado su hijo, aquel profesor de inaguantable insuficiencia, que él consideraba ahora como un espía?... ¿Por qué capricho sentimental había querido permanecer al lado de su hermana, perdiendo la oportunidad de regresar á Berlín antes de que se cerrasen las fronteras?...
Este, con las mejillas enrojecidas y la nariz más encorvada que nunca, arañó los brazos de su sillón, mientras el buen Flimnap, avergonzado por el incidente, balbucía sus explicaciones. Le pregunto, gentleman, si después de haber escuchado lo que dije sobre los diversos períodos de nuestra literatura no cree usted que el poeta Momaren resulta el más eminente de todos en el género sentimental.
La joven inclina su cabeza sobre el pecho de Juan, le echa los brazos al cuello y llora. Al día siguiente dice Gertrudis: Ayer me porté como una chiquilla, Juan, y creo que, a poco más, caigo al agua. Ya habías perdido el equilibrio dice él. Y se estremece al recordar el terrible instante. Una sonrisa sentimental pasa por los labios de Gertrudis.
A un alma muy amorosa y tierna le hiere una injusticia, una mala palabra, un concepto descortés, un acto egoísta, en una forma mucho más aguda que a los seres de sensibilidad normal. Y así su ternura y su exquisitez sentimental reaccionarán al punto violentamente en sordo rencor. No se confunda el rencor con la venganza; se puede ser rencoroso sin ser vengativo.
Palabra del Dia
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