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Tomando a Lucía y a Artegui por recién casados, se puso lisonjera, insinuante, pesadísima, y se empeñó en enseñarles un equipo completo, barato, de lo más distinguido; echó sobre el mostrador brazadas de prendas, una marea de randas, de bordados, de cintas y de batista.

Habiendo pues los franciscanos llegado á convertir la tribu de los Toromonas, que habitaba de la otra parte de Cavinas, y tambien algunos cuantos Pacaguaras, estos indígenas, injustamente desconfiados, ó porque les fuese muy duro someterse á llenar tal cual imposicion, esparcieron la voz de que los misioneros, so pretesto de enseñarles las doctrinas de la verdadera religion, solo trataban de reunirlos para hacerlos trabajar en beneficio de sus intereses personales: en consecuencia de esto los espulsaron de su nacion, suplicándoles que jamas volviesen á presentarse en ella.

Platón, que era hombre que sabía dónde le apretaba el zapato, si bien no los gastaba, y que sabía asimismo cuánto tenía adelantado para hablar el que no ha hablado nada todavía, había adoptado por sistema enseñar a sus discípulos a callar antes de pasar a enseñarles materias más hondas, y en esa enseñanza invertía cinco años, lo cual prueba evidentemente dos cosas: primera, que Platón estaba, como nuestras universidades, por los estudios largos; segunda, que no es cosa tan fácil como parece enseñar a callar al hombre, el cual nació para hablar, según han creído erróneamente algunos autores mal informados, dejándose deslumbrar sin duda por las apariencias de verosimilitud que le da a esta opinión el don de la palabra, que nos diferencia tan funestamente de los demás seres que crió, de suyo callados y taciturnos, la sabia naturaleza.

Después de haberse acabado la vida con sus esfuerzos en pró del bien espiritual de la humanidad, había convertido su manera de morir en una especie de parábola viviente, con objeto de imprimir en la mente de sus admiradores la poderosa y triste enseñanza de que, comparados con la Infinita Pureza, todos somos igualmente pecadores; para enseñarles también que el más inmaculado entre nosotros, sólo ha podido elevarse sobre sus semejantes lo necesario para discernir con mayor claridad la misericordia que nos contempla desde las alturas, y repudiar más absolutamente el fantasma del mérito humano que dirige sus miradas hacia arriba.

Por todas estas razones han de cuidar con suma solicitud los padres que quieren educar bien á sus hijos, no hacer delante de ellos cosa que no sea buena y capaz de producir loables impresiones en la imaginacion de ellos, y por otra parte han de empezar muy temprano á enseñarles los principios y máxîmas de la Religion Christiana, junto con lo que pueda, segun es su capacidad, ilustrar la razon.

No, no le diré nada a Pablo todavía pensaba la señora. ¡El dice que hay que dejar a los jóvenes probar de todo, para enseñarles a vivir!

Vio maltratar a los indios, que son tan mansos y generosos, y se sentó entre ellos como un hermano viejo, a enseñarles las artes finas que el indio aprende bien: la música, que consuela; la cría del gusano, que da la seda; la cría de la abeja, que da miel. Tenía fuego en , y le gustaba fabricar: creó hornos para cocer los ladrillos. Le veían lucir mucho de cuando en cuando los ojos verdes.

Ha pasado toda la noche en viaje... La víspera, en las carreras de Hoppegarten, se ha ganado el gran premio... una carrera infernal... sin embargo, no se ha desnucado... Después, ha bebido como un pozo... y, con todo, ahí lo tienen ustedes fresco y resuelto como un joven dios... Dice que va a bailar como un trompo... Ha traído chascos, fuegos artificiales... Necesita inmediatamente dos docenas de hombres para enseñarles el manejo de las piezas, etcétera.

Decía el teniente aragonés que los vascongados eran tan torpes, que un capitán carlista, para enseñarles a marchar a la derecha y a la izquierda elevaba un manojo de paja en la mano y les decía, por ejemplo: ¡Doble derecha! y en seguida pasaba el manojo a la derecha y decía. ¡Hacia el lado de la paja!

31 Y comenzó a enseñarles, que convenía que el Hijo del hombre padeciese mucho, y ser reprobado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas; y ser muerto, y resucitar después de tres días. 32 Y claramente decía esta palabra. Entonces Pedro le tomó, y le comenzó a reprender.