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No es qüestion de voz, sino de cosas muy precisas la que vamos á tratar. Aunque comunmente se cree, y graves Autores lo dicen, que Platon fué el primero que usó la voz idea: yo hallo que Hippócrates, anterior á Platon, la usó muchas veces en sus escritos legítimos; con que solo se puede decir, que Platon fué el que hizo mas universal la noticia de las ideas.

Algunos se mueren y no llegan nunca; Izquierdo debía llegar, a los cincuenta y un años, al puesto que la Providencia le asignara en el mundo, y que bien podríamos llamar glorioso. Un año después de lo que ahora se narra estaba ya aquel planeta errante, puedo dar fe de ello, en su sitio cósmico. Platón descubrió al fin la ley de su sino, aquello para que exclusiva y solutamente servía.

Y se dijo: «Esto de la sabiduría es un complemento necesario. Seré sabio. Hipócrates era el maestro de Platón, maestro al cual nunca llamó Sócrates Trabuco, ni le hacía falta. Desde entonces leyó periódicos y novelas de Pigault Lebrun y Paul de Kock, únicos libros que podía mirar sin dormirse acto continuo.

Cuentan Jacinta y su criada que al verse dentro de la reducida, inmunda y desamparada celda, y al observar que el llamado Platón cerraba la puerta, les entró un miedo tan grande que a entrambas se les ocurrió salir a la ventanilla a pedir socorro.

La concebiría como sospecha, como inspiración artístico-flatulenta, y el otro se dijo: «Pues toma, aquí hay un negocio». Lo que es a Platón no se le ocurre; de eso estoy seguro. Jacinta, anonadada, quería defender su tema a todo trance. «Juanín es tu hijo, no me lo niegues» replicó llorando.

Ahora está usted como quiere, Sr. de Platón, según he oído, ganando unos grandes dinerales con la pintura. Defendemos el santo garbanzo, señora... Yo me alegro por diferentes motivos, pues estando usted tan en grande no se le ocurrirá engañar a la gente. Izquierdo se rascaba una oreja, y la habría dado porque la santa mudara de conversación. Si la señora quiere, no miremos pa tras.

SAN AGUSTIN, que con admirable sabiduría supo enmendar los errores gentílicos, convirtiéndolos en usos verdaderos para ilustracion de las verdades christianas, hablando de las ideas de Platon, las coloca en la mente divina, como que Dios en la creacion del mundo iba poniendo en obra lo que desde la eternidad estaba en su mente.

De la poesía no era muy partidaria tampoco, y sin plagiar a Platón, porque no sabía que Platón lo hubiese preceptuado, desterraba de su casa y familia a casi todos los poetas como corruptores de las buenas costumbres y enemigos de la verdadera religión y de la paz que debe reinar en las bien concertadas repúblicas; pero en cambio, doña Inés leía Historia de España y de otros países y, sobre todo, muchos libros de devoción.

Platón, que era hombre que sabía dónde le apretaba el zapato, si bien no los gastaba, y que sabía asimismo cuánto tenía adelantado para hablar el que no ha hablado nada todavía, había adoptado por sistema enseñar a sus discípulos a callar antes de pasar a enseñarles materias más hondas, y en esa enseñanza invertía cinco años, lo cual prueba evidentemente dos cosas: primera, que Platón estaba, como nuestras universidades, por los estudios largos; segunda, que no es cosa tan fácil como parece enseñar a callar al hombre, el cual nació para hablar, según han creído erróneamente algunos autores mal informados, dejándose deslumbrar sin duda por las apariencias de verosimilitud que le da a esta opinión el don de la palabra, que nos diferencia tan funestamente de los demás seres que crió, de suyo callados y taciturnos, la sabia naturaleza.

Las doctrinas de esto que llaman teosofía, novísima en Europa, aunque antiquísimas en la India, no habían aportado aún por Villalegre, y doña Inés no podía, fundándose en ellas, suponer que su ser íntimo constaba de siete diversos principios; pero doña Inés sabía que Platón daba, poco más o menos, tres almas a todo ser humano.